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Plan de la ONU para los azotes de la naturaleza

La naturaleza parece haberse ensañado con el hombre. Miles de personas mueren anualmente a consecuencia de las catástrofes naturales, mientras las tareas de reconstrucción de las infraestructuras dañadas por el enfado de la naturaleza cuestan centenares de miles de millones de dólares. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) quiere terminar con la indefensión del hombre y dotar a la comunidad internacional de los mecanismos políticos y científicos necesarios para enfrentarse a estos implacables enemigos. Para ello, la ONU ha proclamado los años noventa como la Década Internacional para la Reducción de las Catástrofes Naturales (DIRCN).

Conseguir la colaboración de los Gobiernos del mundo es un objetivo difícil, pero parece ser el único camino para combatir los efectos de los huracanes del Caribe, las gotas frías en España, los terremotos en México, las sequías en Australia, las inundaciones en Brasil y los incendios forestales, nevadas, erupciones volcánicas, tifones, lluvias torrenciales, plagas...Según datos de Naciones Unidas, los desastres naturales provocaron 24.000 muertos en 1987 y 43.000 en 1988, año en el que se produjo el terremoto de Armenia. Durante esos dos años se registraron asimismo más de 5.000 desapariciones.

El deseo de la ONU de combatir estas cifras y sus causas allí donde éstas se produzcan, o al menos mitigar sus efectos, también supondrá una prueba para conocer con exactitud la capacidad política. de las gentes de este planeta para trabajar unidos contra un enemigo común. Ayer entró en vigor la resolución 42-169 del 11 de diciembre de 1987, en la que la Asamblea General de la ONU decidió designar la década de los 90 como el decenio de la lucha contra las catástrofes naturales. Aquella resolución, que posteriormente fue reforzada por otra decisión de la asamblea -la 43-202 del 20 de diciembre de 1988-, puede salvar la vida de miles de personas en los próximos años. El objetivo de este plan de la ONU es reducir mediante una coordinada acción internacional, y en especial de los países más desarrollados, la pérdida de vidas humanas, los daños materiales y la alteración del ritmo social y económico a consecuencia de las catástrofes naturales.

La ONU desea mejorar la capacidad de cada país para mitigar los efectos de los azotes de la naturaleza con la creación de sistemas de alarma o estructuras antidesastre allí donde sean precisas, así como con el desarrollo de los sistemas de evaluación, predicción, prevención y atenuación de desastres naturales. Para conseguir ese objetivo será necesario poner en marcha toda clase de programas encaminados a dotar a cada país con una estructura anticatástrofe adecuada a sus necesidades y, lo más importante, mostrar a la población civil cómo actuar en situaciones extremas.

Los Gobiernos que accedan a participar en el desarrollo de este ambicioso plan de la ONU deberán crear comités nacionales que coordinen los esfuerzos científicos y técnicos que permitan mitigar el efecto de las catástrofes; deberán animar a las administraciones locales a que adopten las medidas apropiadas para suavizar el efecto de las catástrofes; también tendrán que conseguir que las instituciones científicas, financieras, industriales, comerciales y organizaciones de todo tipo tomen parte en la creación de programas y actividades destinados a frenar y reducir los daños causados por la naturaleza.

La ONU designará a un director general para que coordine y supervise el desarrollo de programas internacionales de cooperación, mientras que el Departamento de Información Pública del organismo deberá emitir programas preventivos de todo tipo. El secretario general creará un consejo especial en el que un limitado número de especialistas aconsejará a la ONU sobre las acciones que deberán adoptarse para aumentar el apoyo del sector privado y la ayuda de la población civil. También se creará un comité técnico y científico, compuesto por 25 expertos, encargado de desarrollar programas que cubran las deficiencias estructurales de los comités nacionales. El plan establece la creación de un secretariado con sede en Ginebra, que será el órgano responsable de la coordinación de todas las actividades de la DIRCN.

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