1990 nació en el muro.
Miles de personas se congregaron en la Puerta de Brandeburgo desde primeras horas de la última noche del año para celebrar lo que prometía ser una grandiosa entrada en la nueva década. Bengalas y burbujas de los espumosos aumentaron la alegría de los jóvenes llegados desde los más recónditos rincones de los dos Estados alemanes y de otros muchos extranjeros que eligieron el desaparecido muro de Berlín para ver nacer 1990. Los besos y los abrazos multitudinarios parecían apoyar la tesis de acabar definitivamente con las consecuencias de la II Guerra Mundial. Sin embargo, cuando los matasuegras estaban al máximo de su pitido se desplomó una enorme pantalla que hirió a unas 300 personas, 80 de las cuales tuvieron que ser hospitalizadas con heridas de diversa consideración.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.