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Crítica:CINE / 'GRAN BOLA DE FUEGO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Retrato irónico

Estrella fugaz del show business estadounidense, pianista, cantante y compositor, Jerry Lee Lewis (JLL) logró colocar a finales de los cincuenta algunos éxitos en las listas de ventas discográficas -entre ellos, el que da título al filme-, al tiempo que disputaba nada menos que a Elvis Presley el trono de rey del rock. Su biografía, disparatada como quiere la mitología rockera, incluye un matrimonio con una niña de 13 años, su prima segunda; varios escándalos, y un lento declinar que le llevó, ya en los sesenta, al cultivo de la música country y a una discreta presencia en clubes y salas de baile.Con un material de partida como éste, Jim McBride, cineasta alabado por el mismísimo Jean-Luc Godard -a pesar de que después McBride perpetrase un pésimo remake de Al final de la escapada, que aquí conocimos como Vivir sin aliento-, compone un filme extraño, a medio camino entre el biopic de rancia tradición hollywoodiana -a lo que contribuye, y no poco, la propia trayectoria profesional de JLL, ángel caído del pedestal de la fama- y el intento, más bien patético a estas alturas, de recreación del musical clásico.

Gran bola de fuego

Director: Jim McBride. Guión: Jack Baran y J. McBride, según el libro de Myra Lewis y Murray Silver Jr. Fotografía: Alfonso Beato. Música: Jerry Lee Lewis. EE UU, 1989. Intérpretes: Dennis Quaid, Winona Ryder, Alec Baldwin, Trey Wilson. Estreno en Barcelona: cine Aribau.

En su rastreo por la biografía del cantante, McBride se centra en un corto período de tiempo, los dos o tres años de su mayor gloria, con un breve prólogo que tiene la virtud de situar claramente una de las líneas maestras que recorre el filme: el problema religioso, concretado en el enfrentamiento entre JLL y su primo, el predicador Jimmy Swaggart -¿tal vez el mismo que hace un par de años fue denunciado por prácticas sexuales aberrantes, denuncia que acabó con su próspero negocio de prédica televisual?-.

Igualmente su interés se orienta hacia la relación entre JLL -un histriónico, más bien repelente Dennis Quaid- y su prima Myra Gale -notable Winona Ryder-, y eso no debe extrañar, toda vez que la base del filme la constituye una autobiografía, escrita por la propia interesada.

Ironía

Sus armas, desde el punto de vista de la puesta en escena, incluyen un arsenal colorísta que toma prestada su inspiración de la publicidad de la época -que McBride lleva con ironía al límite del kitsch en secuencias como la compra de muebles para la casa del matrimonio Myra-Jerry-, un poco como hacía Coppola en su no menos extraña Tucker; un controlado y funcional uso de las elipsis, y una música que, más allá de gustos, marcó indeleblemente toda una época de la cultura popular americana.A pesar de que el filme no siempre consigue mantener el difícil equilibrio genérico que se pone como meta, entre el musical -con puntos altos en los dos números del tugurio negro, y con notorios altibajos en secuencias como el baile en la puerta del colegio- y la comedia, hay que agradecer a Jim McBride su irónico, punzante sentido del humor, su elección de un tratamiento visual notoriamente antirrealista y naïf, así como el manejo de referencias icónicas de variada procedencia -desde el spot publicitario hasta la imagen televisiva- para redondear un retrato psicológico de una personalidad apasionante, la de Jerry Lee Lewis, inmadura y aniñada, a medio camino entre el respeto irónico y la desmesura a la que la vida del propio personaje condenaba de antemano.

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