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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un 'Don Juan' solemne

El tema no podía ser mejor para un gran ballet dramático español, no sólo por la popularidad universal del mito de Don Juan, sino porque está relativamente poco gastado en danza. No se han escatimado medios y se han buscado nombres de reconocida solvencia para montar una gran superproducción que introdujera, quizá, una nueva forma de ballet español acorde con los tiempos y con la gran compañía de que ahora se dispone y hay una unidad de propósito, una ambición y un esfuerzo de compenetración visibles entre los responsables de la música (José Nieto), la dramaturgia y dirección (Miguel Narros), la coreografía (José Antonio) y la escenografía (Andrea d'Odorico) que predispone al éxito.Pero algo falla en toda esta organización y el Don Juan -aunque fue premiado con grandes aplausos que obligaron a saludar reiteradamente a todos- es en conjunto una decepción, si bien en sus casi dos horas de duración -tiene momentos interesantes o logrados en las escenas del carnaval, el convento o las apariciones de doña Inés (Aida Gómez). La aureola de solemnidad que envuelve toda la obra -impuesta en parte por la grandiosidad arquitectónica del decorado y una luminotecnia (de Josep Solbes) rebuscada que nunca favorece el movimiento y con frecuencia impide verlo- inclina al tedio y hubiera requerido un vigor dramático y coreográfico extraordinarios para contrarrestarlo.

Don Juan

Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Enrique García Asensio. Ballet Nacional de España. Director: José Antonio. Teatro de la Zarzuela. Madrid. 21 de diciembre.

Pero el guión de Narros -muy pegado a Zorrilla, aunque con alguna añadidura que, como el personaje de la Muerte (Merche Esmeralda) aumenta aún más la solemnidad- no deja resquicios para los cambios de ritmo o las sorpresas en el desarrollo de la acción. Narros ha diseñado también el vestuario, bello e imaginativo (y, en el caso de doña Inés, en quien se potencia ante todo el carácter de blanca paloma, muy logrado como elemento de la definición metafórica del personaje) pero que, en términos generales, evita la fijación temporal e incluso espacial, buscando un universo poético propio sin poner excesivo énfasis en el carácter español o romántico del drama.

Esto complica la difícil tarea del coreógrafo, que busca salirse del vocabulario español que sólo utiliza en algunos solos y escenas de pocos personajes y trata de apoyarse en el clásico e incluso (escena de las monjas) en el moderno. Las carencias tradicionales de los coreógrafos de danza española -en el desplazamiento en el espacio y la limitada movilidad de piernas- se intentan suplir con excesos de ademanes, estiramientos de torso y brazos y (en el caso de la Muerte) paseos. No hay vitalidad dinámica ni lenguaje de líneas en ninguna escena, salvo la ya aludida de las monjas y los grupos en el carnaval y la taberna crea confusión respecto a la acción. José Antonio, Antonio Alonso y los demás dejan entrever algo de su capacidad expresiva sin que ninguno cree un verdadero personaje.

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