Todos los caminos
Cuando se va a cumplir el noveno aniversario de la aparición de lo que se daría en Hamar síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) las aproximaciones terapéuticas a esta enfermedad, que ha causado ya más de 300.000 muertes en todo el mundo, se diversifican. La zidovudina o AZT, la única droga antiviral aprobada hasta ahora para el tratamiento del SIDA, ha demostrado que alarga la vida de los pacientes, aunque presenta problemas de toxicidad, produciendo anemia entre otras manifestaciones. Estos días la controversia se basa en la decisión de aplicar este fármaco cuando aún no se ha desarrollado los síntomas de la enfermedad para retrasar la aparición del síndrome, debido a los esperanzadores resultados de los ensayos. Análogos del AZT, corno el DDI, se cuentan entre los 60 fármacos que se ensayan en todo el mundo.Otro de los nombres que más suenan es el CD4, que actúa como una escoba viral que recoge los microorganismos a su paso evitando que, infecten las células receptoras. Los científicos se muestran partidarios de abordar la enfermedad desde muchos, puntos de mira, utilizando terapias combinadas para paliar toxicidades y poder emplear dosis menores de los fármacos. Además cada vez hay mejores remedios para abordar las infecciones oportunistas que se ceban en los afectados. Uno de los fármacos más empleados es el aerosol de pentamidina, usado para el tratamiento de la neumonía que causa más víctimas entre los enfermos.
Grupos de todo, el mundo ensayan actualmente cuatro tipos básicos de vacunas.. Una de ellas, la que utiliza virus inactivados, ha sido ensayada en monos con resultados limitados aunque esperanzadores, de la mano de Jonas Salk, descubridor de la vacuna contra la poliomelitis hace años. Otra vacuna arecida y basada en un virus hermano del SIDA, el que causa la enfermedad en los monos, dibujó hace pocos días otro rayo de esperanza.
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