"Por cuatro cochinos conejos"
Sin rastro de los dos jóvenes que se arrojaron a un rio en Badajoz cuando los perseguía la Guardia Civil
Decenas de personas rastrean desde el pasado día 6 el río Matachel (Badajoz) en busca de los cuerpos de Ángel Luis Sánchez Redondo y Marcelino Garrido Redondo, dos jóvenes cazadores furtivos que se arrojaron a sus aguas cuando, al parecer, eran perseguidos por la Guardia Civil. La versión oficial desmiente categóricamente que hubiera existido persecución y que siete guardias civiles de paisano abandonaran el lugar sin haber auxiliado a los muchachos. Palomas (800 habitantes) recordará siempre la fecha del 6 de diciembre por la trágica desaparición de dos jóvenes jornaleros en paro: Ángel Luis Sánchez Redondo, de 19 años, miembro de una familia de 12 hermanos, y Marcelino Garrido Redondo, de 18, de familia también humilde y numerosa, con sus padres enfermos y en paro.
En la misa del viernes, Felisa y Julia, las dos hermanas de Ángel Luis, lanzaron un grito desgarrador: "Que el Señor traiga sus cuerpos".Situada en un enclave que Bruselas califica como bolsa de pobreza, Palomas, al sur de Mérida, llegó alguna vez a reírse de los charcos del Matachel ("que en verano ni era río ni era na"), pero el Matachel, que ahora vierte sus aguas en la presa de Alange, crecido por el desprecio y las lluvias que no paran de caer, sigue sin devolver los cuerpos que se tragó y dificulta su rescate con troncos, zarzas y todo tipo de malezas.
Catalina Redondo, madre de Ángel Luis y de Bibiano Sánchez, se había levantado pronto aquella mañana del día 6, festividad de la Constitución. Preparó algo de comer para sus hijos y les advirtió que la jornada estaba fría y pasada por agua. Los dos chavales no desistieron de salir a cazar conejos en compañía de sus inseparables Marcelino y Dámaso.
La mañana transcurrió entre las fincas El Radrojo y El Madroñal, próximas al río Matachel. En las primeras horas de la tarde ya habían cobrado algunas piezas, cuando fueron sorprendidos por la Guardia Civil y el guarda del coto, unos en moto y otros a pie. Corrieron en dirección al río. Ángel Luis, Marcelino y Bibiano se lanzaron a las turbias aguas. Dámaso fue detenido. Un palo en sus espaldas y los pantalones desabrochados le impedían toda huida. En el cauce del río, Bibiano luchó contra la corriente aferrándose a unas adelfas y, exhausto, pudo llegar a la orilla. Nunca olvidará las imágenes de su hermano Ángel Luis y de su primo Marcelino apareciendo y desapareciendo entre los remolinos hasta que finalmente el río se los tragó. Con el frío y el miedo en su cuerpo, corrió durante una hora hasta llegar a su casa, en Palomas, y allí gritó a su madre: "Máma, que tu hijo se ha ahogado".
Los familiares primero y todo el pueblo después fueron alertados y se organizó la búsqueda. Hasta entonces la Guardia Civil no había dado ningún aviso, e incluso algún vecino cuenta que durante las primeras operaciones de rastreo se encontraron a algún agente dispuesto a detener a los jóvenes.
Pero esta versión que circula entre los vecinos de Palomas, apoyadas en las manifestaciones de los supervivientes y en su propia interpretación de los hechos, difiere radicalmente de la que ofrece la delegada del Gobierno en funciones, Alicia Izaguirre.
La versión oficial
Según ésta, siete guardias civiles de paisano cazaban en la finca El Madroño invitados por su propietario. El grupo advirtió a lo lejos la presencia de los muchachos y el dueño del coto se dispuso a avisar al cuartel de Hornachos. Ya en retirada hacia sus domicilios, los guardias civiles materialmente chocaron con los jóvenes.Posiblemente uno de los agentes pudo increparlos sobre la ilegalidad del furtiveo, y éstos respondieron gritando: "¡Vámonos, que son guardias!". Tres de los furtivos corrieron y el cuarto se quedó. Desde ese lugar hasta el río hay tres kilómetros, con la visión obstaculizada por una loma. Nadie pudo ver lo que pasó. A Dámaso Redondo le requirieron algunos datos y lo dejaron marchar. Desconocían la tragedia que estaban viviendo los otros jóvenes.
La delegada del Gobierno en funciones responde con un escueto no a la pregunta de si se ha puesto en contacto con los familiares de los dos jóvenes desaparecidos. Mientras tanto, en el pueblo crece la indignación y la gente deja a un lado la ilegalidad o no del furtiveo para lamentar la muerte de Marcelino y Luis Ángel por "cuatro cochinos conejos".
Alicia Izaguirre niega rotundamente que los guardias civiles empalaran a Dámaso, que persiguieran a los otros tres muchachos y que los dejaran abandonados en el río. "La Guardia Civil es incapaz de no auxiliar a alguien en peligro. Se juega la vida si hace falta".
"Si Bibiano no se salva, nadie se hubiera enterado de lo que pasó", repite una y otra vez la familia de los muchachos. "Lo han dejado ahogándose a mi hijo!", grita Catalina Redondo, la madre.
La delegada del Gobierno en funciones manifiesta que si la familia entiende que se han lesionado sus derechos, "están los tribunales".
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