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El pintor Hans Hartung, maestro de la abstracción, muere a los 85 años

Hans Hartung, una de las figuras más destacadas de la eclosión informalista en el París de la posguerra mundial, murió el pasado viernes, a la edad de 85 años, en Antibes, Francia. Nacido en Leipzig en 1904, pasó su infancia y primera juventud en Basilea y Dresde. Es en esta última ciudad donde comenzó a pintar bajo la influencia expresionista (Kokoschka, Nolde y Marc) y donde realizó una célebre serie de dibujos a tinta que situaron en 1922 su muy temprana y personal incursión en la esfera de la abstracción.

Tras una estancia en España (1933-1934), regresó a Berlín, donde tuvo problemas con el nuevo régimen nacional socialista que marcaron el inicio de su trayectoria como combatiente antifascista. En otoño de 1935, Hartung se instaló en París. Allí realizaría en 1939, en la galería Henriette, una primera muestra personal junto a Roberta, la hija del escultor Julio González, a la que estaba unido sentimentalmente y con la que se casaría ese mismo año.

Combatiente

Tras la ocupación de Francia, Hartung huye al norte de África, pero regresa pronto a la Francia de Vichy donde pasará, junto a Roberta, gran parte de la contienda. En 1943 se unió a las tropas del general De Gaulle. En la batalla de Alsacia fue herido, a causa de lo cual perdería una de sus piernas.A su regreso a París, ya cumplidos los 40 años, la aportación de Hartung y su labor de precursor dentro de una nueva sensibilidad abstracta serán plenamente reconocidas, especialmente a raíz de la retrospectiva de su obra sobre papel realizada, en 1948, en la galería Lydia Conti. Ya en sus años de formación, y tras haber asistido a una conferencia de Kandinsky, Hartung había rechazado la posibilidad de seguir los cursos de la Bauhaus, que consideraba de carácter excesivamente sistemático; asimismo, tras su llegada a París, se había distanciado de las posiciones poscubistas francesas de los años treinta.

Su trabajo, de raíz más subjetiva y emocional, heredero de una formación básicamente expresionista -aunque menos desgarrado de lo que supondrá, en ese momento, la posición de un Wols-, encontró al fin su medio de eclosión natural en un nuevo París gene racionalmente comprometido con la llamada abstracción lírica. Y en él daría sus mejores frutos la musicalidad gestual de Hartung, en esos vigorosos trazos negros que recorren el campo cromático de sus telas, hasta alcanzar cierta resonancia de caligrafias orientales.

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