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HACIA UNA NUEVA EUROPA

Modrow, nuevo 'hombre fuerte' de la RDA

Hans Modrow, el primer ministro de la República Democrática Alemana (RDA) que ayer se hallaba en Moscú, se ha convertido en el auténtico hombre fuerte del país, después de la desintegración, el domingo, del partido comunista (SED), en el poder desde 1949.

El alcalde de Dresde, Wolfgang Bernhofer; el decano del colegio de abogados Gregor Gysi; el presidente del recién nombrado Consejo Provisional, Herbert Kroker, y -en la sombra- el antiguo jefe del espionaje Markus Misha Wolf, aparecen como los hombres que podrían disputarse el liderazgo del SED en el Congreso extraordinario que se inicia el próximo día 15.

Pese a este aparente vacío de poder, Helmut Kohl, el canciller de la República Federal de Alemania (RFA), mantiene su intención de visitar la RDA antes de fin de año, según informó en Bonn el portavoz del Gobierno Dieter Vogel. El ministro de la cancillería Rudolf Seiters, el de Medio Ambiente Klaus Toepfer y el de Economía Helmut Haussman también visitarán la RDA este mes. La fecha del viaje de Kohl se desconoce, aunque fuentes gubernamentales citan el día 19, lo que supondría adelantarse al presidente francés, François Mitterrand, que mantiene su visita a Berlín Este para el día 20. Esto crea cierta tensión entre Bonn y París.

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En Berlín oriental, la dimisión en pleno del Buró Político y del Comité Central del SED ha dejado todo el poder en las manos del primer ministro Hans Modrow. El proceso, pese a su desconcertante rapidez, parece seguir una linea nada casual: Primero se formó el Gobierno de coalición presidido por Modrow, quien en su investidura insistió en la independencia del Gabinete con respecto al partido; la semana pasada la Cámara del Pueblo abolió de un plumazo el papel dirigente asignado al SED en la Constitución. De hecho, la dimisión del partido, al menos en teoría, no tiene porque incidir en el Gobierno de la nación.

Presión a favor del cambio

El antiguo secretario general, Egon Krenz, desposeido del cargo que le aseguraba el poder, ha quedado convertido simplemente en un presidente honorífico, y nadie le asegura que no sea él una de las próximas víctimas de esta revolución que ha tomado ya un carisma jacobino.

[La presión en favor del cambio continuó ayer en aumento: más de 200.000 personas marcharon en Leipzig y decenas de miles en otras ciudades, como Karl Marx Stadt, Dresde y Halle, pidiendo el fin del monopolio comunista. Al parecer, la dimisión de Krenz y del Politburó no ha satisfecho las aspiraciones populares de un cambio radical. Un manifestante fue aplaudido por los congregados en Leipzig al pronunciar estas palabras: "No estamos hablando del Politburó, sino de la disolución del partido comunista", informa hoy desde Berlín Este Steve Crawshaw, de The Independent. Una manifestación más pequeña pidió en esta última ciudad la unidad de las dos Alemanias].

La rabia de una población que, de pronto ha podido ver el pozo de corrupción en que habían caído sus dirigentes, podría fácilmente provocar el caos en un momento de vacío de poder. Los miembros de la Administración, casi todos ellos integrantes del partido y beneficiarios de la antigua situación, carecen de autoridad para imponer la calma.

El Consejo de Emergencia de 25 miembros que se encarga ahora de preparar el Congreso extraordinario, ha pedido al Gobierno que haga un llamamiento al pueblo para que, pese a la indignación que ha generado el descubrimiento de la corrupción y los escándalos de los viejos jerarcas que controlaban el país, no se tome la justicia por su mano.

Más información en las páginas 38 y 39

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