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Los golpistas filipinos avanzan sus posiciones en Manila

AGENCIAS / CORRESPONSAL, Los golpistas filipinos lanzaron un nuevo ataque durante la madrugada de hoy, e informes no confirmados aseguran que han entrado en una zona del Cuartel General del ejército en Campo Aguinaldo, en Manila. Familiares de los militares destinados allí iniciaron una huida masiva bajo la lluvia de proyectiles de morteros y cañones utilizados por los insurrectos que pretenden derrocar al Gobierno de Corazón Aquino. El cardenal Sin ha pedido la rendición de los rebeldes.

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"Esto parece un infierno. Las llamaradas de las explosiones iluminan todos los rincones y los disparos vienen por todas partes. Verdaderamente no podemos ver quienes resultan heridos", afirmaba un periodista radiofónico desde Campo Aguinaldo.Numerosos vecinos de la zona han emprendido también la huida, llevando en brazos a los niños pequeños y arrastrando sus pertenencias más valiosas, mientras el fuego devora algunos edificios. El Ejército bombardea el área con aviones y helicópteros para repeler la ofensiva.

La presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, rechazó ayer negociar con los rebeldes para detener la insurrección que estalló el pasado viernes y exigió la rendición inmediata de los golpistas. "Sólo tienen dos opciones: rendirse o morir", dijo Aquino. Horas más tarde, los golpistas lanzaban el ataque de mayor envergadura de entre los producidos en esta intentona golpista. A lo largo de ayer también se produjeron fuertes combates entre las tropas leales y los sublevados en el distrito financiero de Makati, en la capital filipina, pero a última hora del día el Gobierno creía que el golpe había fracasado. El aeropuerto de la capital continúa cerrado.

"No aceptaremos ninguna oferta para negociar con quienes de modo vergonzoso han traicionado el solemne juramento de soldado de defender la Constitución", había declarado horas antes Aquino en una conferencia de prensa, vestida de amarillo, el color que utilizó como bandera, durante la revolución que la llevó al poder en febrero de 1986 tras el derrocamiento de Ferdinand Marcos.

Cabecillas

Aquino identificó a 12 oficiales como presuntos cabecillas del golpe, entre ellos al general José Comendador, comandante de la base aérea de Mactan, en la ciudad de Cebú, a 560 kilómetros al sur de Manila, que se halla controlada todavía por los rebeldes.

Fuentes militares han afirmado, por otra parte, que ha sido arrestado el teniente coronel Tito Legazpi por su presunta participación en el asalto a la base aérea de Stangley, en las proximidades de la capital. Legazpi es un colaborador del teniente coronel Gregorio Gringo Honasan, arquitecto del frustrado golpe que provocó la muerte de al menos medio centenar de personas en agosto de 1987. El Gobierno no ha acusado directamente al fugitivo Honasan de ser el responsable de esta última rebelión, pero todo parece indicar que si no lo ha sido al menos ha colaborado activamente en la acción.

Honasan exigió ayer la dimisión de Aquino y de su Gobierno y pidió apoyo popular para formar un "auténtico movimiento filipino". El jefe rebelde, que se fugó de la cárcel el año pasado, difundió un comunicado desde la clandestinidad en el que denunció a la presidenta por su decisión de requerir de EE UU ayuda militar para sofocar el golpe. "Lucharemos hasta el final", dijo Honasan y añadió que de triunfar la rebelión entregaría temporalmente las riendas del Gobierno al jefe del Tribunal Supremo.

El arzobispo de Manila, cardenal Jaime Sin, hizo un nuevo llamamiento a los rebeldes para que depongan su actitud y eviten un baño de sangre. Sin pidió a la población que siga apoyando al Gobierno constitucional y defienda la democracia filipina. "Retiremos todo apoyo a los hombre de violencia", dijo el cardenal en una alocución en directo por la emisora DZMM.

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