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Entrevista:

Patrice Chéreau dejara la dirección del Théâtre Nanterre-Amandiers para realizar "un gran "filme histórico"

El director presenta esta semana en Barcelona 'Hamlet' y 'Dans la solitude des champs de coton'

Patrice Chéreau, de 45 años, director del Théâtre Nanterre-Amandiers desde 1982, presentará su Hamlet el martes en Barcelona, en el marco del Festival de Tardor, y el jueves, Dans la solitude des champs de coton, de Koltés, en el que además de dirigir interviene como actor. En una entrevista con este diario, Chéreau anunció que abandonará el Nanterre-Amandiers en diciembre de 1990, cuando finalice su contrato, para acometer "un gran filme histórico: La reine Margor, de Dumas".

Chéreau ha estrenado cuatro textos de Bernard Marie Koltés; Les paravents, de Genet; La fausse suivante, de Marivaux; Quartet, de Heiner Müller; Platonov, de Chejov, y el Hamlet que mañana se presenta en Barcelona. Director, actor, escenógrafo, Chéreau comparte su trabajo en el teatro y la ópera con el cine. Algunos de sus filmes se han estrenado en España: La carne de la orquídea, con Charlotte Rampling, y L`homme blessé.Pregunta. En diciembre del próximo año deja usted la dirección de este teatro, ¿por qué razón?

Respuesta. Sencillamente, porque ocho años son suficientes. Ya lo dije a raíz de mi nombramiento: voy a poner en marcha esta casa, que como usted sabe es un teatro, una fábrica teatral, con diversos talleres y salas, con'una escuela de actores y donde también se filman y exhiben películas, y ocasionalmente se ofrecen conciertos, y una vez en marcha -y lo está, marcha bien- me iré. Además, me roba mucho tiempo, un tiempo que me hace falta para mi trabajo, mi trabajo de artista. Por último, después de ocho años corro el riesgo de repetirme, de fosilizarme.

P. ¿Qué va a hacer usted cuando deje este teatro?

R. Cine. Voy a hacer un filme sobre La reine Margot, de Alexandre Dumas. Estoy escribiendo el guión con Daniéle Thompson. Será un filme histórico, de gran espectáculo, con un elevado presupuesto. Me gustaría que fuese un filme europeo, quiero decir que vamos detrás de una coproducción franco-italo-alemana o española. Me llevará un par de años, y sueño con que Isabelle Adjani sea la reina...

P. ¿Y ópera, teatro?

R. He cancelado todos mis compromisos. Probablemente monte una ópera con Barenboim, en el Châtelet, en 1991, y es probable que al fin me decida a montar una pieza de teatro en Alemania, en Berlín, con actores alemanes. Es algo que me vienen pidiendo desde- hace 10 años y siempre me he resistido a ello.

Mire usted, yo soy de los que creen que sólo se trabaja bien con la propia lengua. Conozco el alemán, lo hablo perfectamente, e incluso hablo mejor el italiano, pero hay un problema de cadencia, propia de cada lengua que desconozco, y me dificulta el dirigir. Cuando era más joven lo intenté en Italia, dirigí algunas obras con autores italianos, pero no era tan exigente con ellos como lo soy ahora. Con todo, creo que voy a intentarlo con el alemán.

La obra póstuma de Koltès

P. Lluís Pasqual me ha dicho que pensaba ofrecerle el Odéon para que estrenase usted Roberto Succo, la obra póstuma de Bernard Marie Koltés...R. Bernard no la había escrito para mí; prefería que se la dirigiese otro director, quería cambiar. Creo que se la propuso a Luc Bondy. En realidad quien la estrena (en alemán) es Peter Stein, en la Schaubühne (Berlín), en enero.P. ¿Volvería a montar un autor joven?

R. Después de la muerte de Bernard me resulta imposible. Me siento vacío. Es algo muy personal. No podría ni que me facilitasen las cosas: texto excelente, buenos actores, condiciones inmejorables...

P. ¿Qué opinión tiene del Théâtre d'Europe?

R. Por el momento no es nada. Con Strehier fue un teatro al servicio de Strehler y nada más. No se puede llevar un teatro a caballo entre Milán y París. El Théâtre de l'Europe será un teatro cuando se convierta en la aventura personal, el riesgo de un artista. Pasqual puede, debe hacérselo suyo.

P. Tengo entendido que conoce usted muy bien Barcelona...

R. Llegué a conocerla par coeur, como conozco París. Vine por primera vez con nueve años, en 1953. Pasábamos por Barcelona para ir a veranear. Mi padre buscaba una playa desierta. Primero fuimos a Sitges y terminamos yendo a Benidorm, que a la sazón era un pueblo de... ¡300 habitantes! Mi padre, que era pintor (Jean-Baptiste Chéreau, fallecido recientemente), tenía amigos en Barcelona: había expuesto en la galería René Metras, y tenía una buena amistad con el pintor Modest Cuixart. Ambos habían expuesto en París, en la misma galería. Fue Modest quien me presentó a Planchon, en Lyón, cuando yo era todavía estudiante.

La última vez que estuve en Barcelona debió de ser en 1970. Vine para recorrer los viejos locales a que me había llevado mi padre -El Molino, La Bodega bohemia, Barcelona de Noche...-, buscando una ambientación para el Joaquín Murieta que montaba en Italia. Hablaba bien el castellano, pero lo he perdido. Puedo añadirle que conozco muy bien a su Gaudí, al que admiro. Lo he visto todo, incluida la Colonia Güell que no todos conocen".

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