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Tribuna
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El muro

Manuel Vicent

El muro de Berlín no será derribado. Grandes lienzos de ese hormigón circular quedarán en pie atravesando todavía la ciudad sólo para sustentar las nuevas vallas publicitarias, y éstas formarán un alto parapeto mucho más difícil de saltar o de eludir. Del lado occidental, el paredón estaba lleno de inscripciones, jeroglíficos, símbolos o deseos pintados con alquitrán, y a la sombra de ellos, algunas familias de inmigrantes turcos los domingos devoraban salchichas con tomate. Del lado oriental, la tapia era un subyugante mazacote gris que se perdía por tierra de nadie hasta llegar al centro de cada cerebro. Al quedarse sin mensaje aquellos garabatos de alquitrán ya se han convertido en obras de arte informa¡, a modo de expresionismo abstracto; y en la parte limpia del muro que mira hacia Moscú comenzarán a florecer anuncios de Martini, de Cannon, de Sony, de Long John y de Cimarrón, los cuales serán elevados por encima de la multitud como las pancartas de los héroes, y no sin razón, puesto que ellos son los generales que han ganado la guerra fría. Muy pronto contra el muro de Berlín romperá una playa con cocoteros y desde la arena una mulata de carne mojada ofrecerá a los biznietos de Lenin toda clase de objetos cuyo diseño muchos podrán confundir con la libertad, y por el horizonte de la valla el peatón también divisará un velero de dos palos con todos los placeres a bordo alejándose siempre. ¿Quién logrará saltar hacia el otro lado de esa belleza? Los berlineses tenían una pared muy gorda interiorizada como una forma de conciencia, y a partir de este momento, un nuevo bastión de imágenes bellísimas e inalcanzables ' la ha suplantado. Bienvenidos sean a este fascinante basurero nuestros hermanos separados del consumo. Pero antes de que comiencen a devorar mercancías como las cabras habría que advertirles algo: en esta feria de Occidente uno debe hacer esfuerzos sobrehumanos cada día para parecerse a cualquier anuncio, uno tiene que estar dispuesto a matar para ser tan guapo como una sopa de espárragos.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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