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Etanol contra las arritmias términales

Un cardiólogo español desarrolla un nuevo tratamiento para los trastornos del ritmo del corazón

Las arritmias, son consideradas como causantes de aproximadamente la mitad de las muertes que se producen como consecuencia de una parada cardiaca. De los diferentes tipos de arritmias, las conocidas como ventriculares son las que presentan mayores dificultades de tratamiento. Pero esto puede cambiar si se confirman los buenos resultados de una nueva técnica desarrollada por el doctor Pedro Brugada. El tratamiento consiste en la inyección de etanol puro a través de la arteria coronaria, para atacar directamente a las células cardiacas enfermas.

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Este tratamiento, que ya se ha presentado en congresos celebrados en Brasil, Estados Unidos, Italia, Canadá, Austria y Argentina, ha sido aplicado con éxito en varios enfermos críticos cuya única alternativa era la muerte, ya que no podía aplicárseles las terapias habituales en estos casos: implantación de un marcapasos, medicación específica o cirugía. De momento sólo se usa en estos pacientes, cuya arritmia ventricular está en fase terminal.La técnica, utilizada por el doctor Pedro Brugada, jefe de la división de enfermedades coronarias del Instituto Cardiovascular del hospital de la Universidad de Limburg (Holanda), consiste en la inyección de 1,5 centímetros cúbicos de etanol puro a través de una arteria, lo que permite destruir las células dañadas que dan lugar a la arritmia cardiaca. El descubrimiento de esta terapia ha llegado tras varios años de investigación para tratar de definir un sistema electrofisiológico que permitiera detectar el foco de la arritmia. El resto ha sido el fruto de una idea original del doctor Pedro Brugada: la de eliminar químicamente las células enfermas.

La mitad de las muertes

Las arritmias causan aproximadamente la mitad de las muertes que se producen como consecuencia de paradas cardiacas. No obstante, existe una serie de arritmias consideradas como benignas. Éstas son las taquicardias, popularmente conocidas como palpitaciones, que tienen su origen en alteraciones eléctricas del corazón, y las bradicardias (un ritmo cardiaco inferior al normal), que pueden paliarse con la implantación de un marcapasos especial. Éstas son las arritmias conocidas como supraventriculares.Sin embargo, existen otras, las ventriculares, que son consideradas como peligrosas y que afectan a enfermos que han sufrido un infarto o padecen problemas mecánicos del músculo cardiaco. La fragilidad del corazón de estos pacientes conlleva el que una arritmia súbita pueda causarles la muerte.

En la actualidad existen más de 50 medicamentos destinados a paliar este tipo de problemas, lo que no es óbice para que numerosos enfermos no respondan al tratamiento químico y que, por añadidura, no puedan someterse a una operación quirúrgica para la instalación de un marcapasos o de un fibriliador cardiaco. La ablación química percutánea es fruto de la combinación de un estudio electrofisiológico y de la coronariografia. El primero permite la localización de las células que causan la arritmia, mediante la introducción de cinco catéteres de dos milímetros de espesor, provistos de electrodos.

Líquido de contraste

El estímulo de los electrodos provoca una arritmia en el paciente, lo que permite ubicar con precisión el foco celular afectado. Posteriormente, se introduce un sexto catéter de tres milímetros de espesor, provisto de un líquido de contraste mediante el cual se obtiene una imagen precisa del riego sanguíneo con el fin de determinar cuál de las arterias coronarias más pequeñas llega hasta las células dañadas. A partir de ese momento, no queda más que introducir un último catéter de un milímetro de espesor y, a través de la arteria elegida, inyectar 1,5 centímetros cúbicos de etanol puro, que matará las células dañadas, sin afectar a las vecinas, ya que, cuando se expanda el etanol, éste habrá perdido su concentración. El último paso consiste en comprobar con los electrodos si se han eliminado las células enfermas y que es imposible reproducir la arritmia. En total, la operación dura más de cuatro horas.

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