Perversa ingenuidad
De piedra se debió quedar el jurado de la Mostra de la Canción de Autor de Jaén del pasado año, cuando apareció Albert Pla. Era la primera actuación del joven músico de Sabadell, 23 años, pero con verle y escucharle atentamente unos pocos segundos, cualquiera puede apreciar que es un artista de los que salen pocos. Hoy, Albert Pla sigue trabajando de patronista textil, pero ya ha grabado un disco y su breve experiencia se notó en la presentación en directo de su primer trabajo en Madrid. Ante todo, Pla es un músico desconcertante y hay que agradecérselo. Aparece como una ráfaga de aire fresco en la música española porque es infantil, perverso, poético, grosero, ingenuo, dramático, mediterráneo, escatológico, sorprendente, novato, duro, tierno, sarcástico, introvertido, gracioso, sencillo, original, tímido y algunas cosas más.
Albert Pla ,
Albert Pla (voz y guitarra), Josep Bordas (teclados, clarinete y dirección musical), Italo Boggio (batería), Quico Mampel (bajo), Alfons Carrascosa (saxo y clarinete). Sala Elígeme. Madrid, 5 de noviembre.
Con una voz convertida en susurro, excelente como intérprete y magnífico en su expresión, Albert Pla canta en catalán historias en las que se funden lo cotidiano con lo inverosímil, con una malvada candidez que le permite tratar temas escabrosos con una asombrosa y poética ingenuidad y que convierte en algo natural temas inhabituales.
Textos largos, casi romances, que tratan cuentos de pastores que deja como herederas a sus ovejas, violaciones en ambientes bucólicos, curas bien dotados, dramas de toreros, amores escatológicos, crímenes horrendos, macarras entrañables y gatos inmortales, en los que se mezclan el drama, el humor, la muerte, la pasión y el romanticismo, interpretados con entrañable naturalidad.
En el aspecto musical, Albert Pla también es un caso aparte. Heredero de la mejor tradición de la cançó catalana -el espíritu del Grup de FoIk está presente en su sencilla ingenuidad-, su aparente monotonía en directo esconde matices que precisan atención en la escucha. Junto a su arreglista, Josep Bordas, Pla roza estructuras del blues con sutileza y economía de medios en canciones como El hombre que roba las novias y Nana del Antonio. Utiliza el swing en Vocación suicida, se inspira en el romancero en El legado del pastor y El cura párroco y canta a capella algunos bloques de sus canciones. Todo con un planteamiento íntimo, personal y heterodoxo.
En Albert Pla hay ecos del primer Sisa, de Pau Riba, de Cohen, de Música Dispersa y hasta de Tom Waits. Pero sólo son ecos. Su enorme personalidad musical, adornada en escena por unas magníficas cualidades de actor, le sitúan como un artista único, marginal y necesario dentro del estancado panorama músical español, que precisa como nunca de revulsivos, estímulos polémicos y artistas desconcertantes. De ingenuos perversos.
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