A vueltas con la cabeza
Los investigadores buscan soluciones para las innecesarias jaquecas
No recuerdo cuándo comencé a tener dolores de cabeza. Sin embargo, muchos de ellos han quedado marcados de manera indeleble en mi memoria. Y no me refiero a la molestia corriente que con dos calmantes se pasa. Me refiero a los golpes de yunque que sentimos en la frente, a las luces que parecen el sol de mediodía en el desierto del Sáhara, al tic-tac del reloj que repiquetea como un martillo neumático. Me refiero a no querer hablar, a escondernos en un caparazón que nos aísle del mundo. Me refiero a la migraña, algo que cada vez más es innecesario soportar.
Aunque los médicos empiezan ahora a desentrañar los mecanismos psicológicos que origi nan las jaquecas, hay acuerdo generalizado -pero no universal- de que la mayoría de los dolores crónicos, las migrañas y las jaquecas acumuladas, son el resultado de la dilatación de los vasos sanguíneos que rodean el cerebro. Las paredes de estas arterias se estiran, como cualquier otro tejido del cuerpo que esté bajo presión, y segregan ciertos productos químicos que estimulan las terminales nerviosas en los vasos sang í neos, produciendo el dolor.Prácticamente, todo el mundo tiene dolores de cabeza. Se gún algunos cálculos, el 95% de los norteamericanos padece ocasionalmente jaquecas como consecuencia de la tensión que tiene su origen en el estré s y en la fatiga, que se soluciona con un par de aspirinas o una breve siesta. En un estudio publicado el pasado mes de abril, el doctor Walter Stewart y sus colegas de la facultad John Hop kins de Higiene y Salud Pública de Baltimore comentan que la mayoría de los norteamerica nos padece de 10 a 12 jaquecas fuertes al año.
Mal común
La migraña (del griego, hemikrania, o medio cráneo, indica el hecho de que se siente especialmente en un lado de la cabeza) es la forma más común de la j aqueca crónica. Por lo menos un 26% de todas las mujeres y un 7% de los hombres en EE UU padecen migrañas. Las migrañas tienen un importante componente genético. Si ambos padres cuentan con un historial de migrañas, cada hijo tiene un 70% de riesgo de padecerlas. Si sólo las padece uno de los padres, el riesgo se reduce al 40%.
En las mujeres, las hormonas desempeñan un papel importante. En el 70% de las mujeres que padecen este trastorno, la aparición del cuadro clínico característico suele coincidir con los días de la ovulación o la menstruación. Por ello, los investigadores atribuyen la mayor incidencia de las migrañas en las mujeres a la actividad de las diferentes hormonas femeninas.
Existen por lo menos seis tipos diferentes de migrañas. Sin embargo, el 80% son las llamadas migrañas corrientes, y otro 15% son las migrañas clásicas. En la primera de ellas es típico que el dolor comience sin aviso en una pequeña región de la frente o en la sien. Late dando pequeñas punzadas y poco a poco se va extendiendo al tiempo que se hace más dolorosa.
A medida que la jaqueca se agrava, la víctima pierde el apetito, tiene náuseas, tal vez vómitos, y trata de evitar la luz y los sonidos. Estos dolores duran con frecuencia hasta tres días.
En las migrañas clásicas, la víctima siente un aura antes de comenzar el dolor. El aura se caracteriza por luces resplandecientes, líneas en zigzag y formas titilantes de luz y sombra. El aura comienza media hora o dos horas antes que la jaqueca, y desaparece a medida que ésta va apareciendo.
En otros tipos de migrafias menos frecuentes la víctima puede sentir un aura sin padecer dolor o experimentar una serie de síntomas adicionales, incluyendo problemas en el habla, debilidad, entumecimiento y escalofríos en un lado del cuerpo.
Aun cuando la jaqueca, según Stewart, es la séptima dolencia más común por la que los pacientes visitan a sus médicos, los investigadores le dedican poca atención. "Los dolores de cabeza no tienen un desenlace fatal, y a menudo no son crónicos, por lo cual no llaman la atención como cualquier otra enfermedad angustiosa", dice Stewart.
No es fácil estudiar la jaqueca. No existe ningún animal en que estudiarla. Los perros, gatos y cobayas de laboratorio no tienen jaquecas, y si las tienen no son capaces de comunicárselo a los investigadores. Por tanto, no hay otro modo de estudiar la fisiología de lajaqueca o probar nuevos medicamentos más que con los propios seres humanos.
Sin rastro
Incluso en éstos, el dolor de cabeza es dificil de estudiar. Existen muy pocos parámetros objetivos que permitan abordarlo. Es imposible hacerle a una jaqueca una radiografía, analizarla con un escáner o detectarla por medio de un electroencefalógrafo; tampoco se pueden encontrar sus rastros en la sangre o la orina.
Pocos médicos saben de jaquecas para diagnosticarlas, tratarlas o simplemente para decidir dónde enviar al paciente para que reciba asistencia adecuada. "No se enseña en ninguna parte", dice el doctor Lee Kudrow, de la Clínica Médica para la Jaqueca, en Los Ángeles, California.
La mayoría de quienes padecen estos dolores y que buscan asistencia médica afirman haber visitado a un doctor tras otro sin lograr ningún éxito. Algunos médicos, padres, esposas, maestros y empleados le quitan con frecuencia importancia a la jaqueca, acusando a las víctimas de fingir.
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