Otra de lo mismo
"En este tipo de macroconciertos es muy dificil improvisar", confesaba a este periódico, Clive Dunn, tourmanager (manager para la carretera) de la gira europea de Paul McCartney, y responsable, por tanto de que todo marche sobre ruedas antes, durante y después de cada concierto. "Videos, luces, sonido, efectos especiales y rayo láser tiene que funcionar en una canción determinada, en un momento exacto y durante un tiempo definido", continúa dicendo, "y eso sólo es posible mediante la repetición. Por eso los dos conciertos de Madrid van a ser muy parecidos". Y los dos conciertos fueron, efectivamente, iguales.En su segunda noche, el ex Beatle calcó la actuación que había realizado 24 horas antes. Ante un público más adulto que el día anterior, fotocopió el espectáculo al completo, manteniendo inalterables sus condiciones vocales y el brillo instrumental de la banda que le acompaña. El sonido fue en esta ocasión impecable desde el primer momento.
Se trata de un segundo y definitivo lleno, con todas las entradas vendidas de antemano: 22.000 personas asistieron a los dos conciertos, de las cuales 19.600 pagaron 3.500 pesetas y 2.400, en sillas numeradas, 4.200 pesetas.
McCartney dispuso en todo momento de 10 agentes de seguridad personal, y la organización del concierto y la policía prepararon servicios especiales para dentro y fuera del pabellón de Deportes de la Comunidad madrileña. No se produjo ningún incidente, y el trabajo resultó sencillo para las 92 personas contratadas por la organización (formada por 65 personas) como servicio auxiliar.
Una vez finalizado el concierto McCartney regresó en su avión privado a Londres, para reponer fuerzas de cara al resto de su gira mundial. Dos días en la vida de un Beatle que ya son historia.
