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Nicaragua reconsidera la suspensión del alto el fuego

Antonio Caño

Los dirigentes sandinistas reconsideran la suspensión del alto el fuego unilateral anunciada la semana pasada por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en la cumbre hemisférica de Costa Rica. Preocupadas por la fuerte presión internacional en contra de una decisión en ese sentido y por su efecto negativo en la campaña electoral en marcha, fuentes oficiales nicaragüenses aclararon que el golpe publicitario de Ortega estaba destinado fundamentalmente a llamar la atención de los gobernantes latinoamericanos sobre la gravedad de la crisis que atraviesa Nicaragua.

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A su regreso el pasado sábado a Managua, Ortega se tuvo que enfrentar a una verdadera oleada de críticas. Las primeras fueron las de la oposición nicaragüense, que consideró la suspensión del alto el fuego con la contra un pretexto para entorpecer el proceso electoral y apretarle las tuercas a los rivales del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). "Es un estado de sitio sin declarar", llegó a comentar un portavoz de la Unión Nacional Opositora (UNO).También los aliados de Ortega se volvieron contra él. El socialdemócrata alemán Hans-Juergen Vischnewski, asesor de los sandinistas en anteriores diálogos de paz, y el senador demócrata norteamericano Christopher Dodd pidieron públicamente al presidente nicaragüense que diese marcha atrás en su decisión. La misma petición le hizo personalmente el presidente de Argentina, Carlos Menem, durante una escala de dos horas que realizó en Managua.

Daniel Ortega anunció el domingo en un acto político que estudiaría con los responsables militares los pros y los contras de la suspensión del alto el fuego y que comunicaría una decisión definitiva. El anuncio estaba previsto para la noche de ayer en Nicaragua (madrugada de hoy en España), y se especulaba con la posibilidad de que Ortega accediera finalmente a las llamadas de moderación y alargara el plazo del alto el fuego, iniciado en marzo del año pasado.

Cambio de postura

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Durante su intervención del pasado fin de semana, Ortega ya sugirió que el Gobierno sandinista podría cambiar de posición si se observaban pasos positivos hacia la desmovilización de la guerrilla antisandinista el próximo 5 de diciembre, tal como fue acordado por los cinco jefes de Estado centroamericanos en la reunión de agosto pasado celebrada en Honduras.

Mientras se esperaba el anuncio de la decisión final de los sandinistas, en Managua no se había disipado todavía la confusión creada por el anuncio de Ortega en la reunión de Costa Rica, en la que se conmemoraba el centenario de la democracia en ese país. La interpretación más socorrida era la de que Ortega tuvo que satisfacer las presiones del sector radical del Frente Sandinista, que pedía una respuesta contundente a la matanza perpetrada el 22 de octubre por una banda de contras que emboscaron a una patrulla militar y mataron a 19 soldados.

Ese ataque, el más cruel en mucho tiempo de guerra, irritó profundamente a la militancia sandinista, pero nadie esperaba que el Gobierno de Managua contestase con más guerra. En plena campaña para las elecciones presidenciales de febrero próximo, lo último que puede pretender el Frente Sandinista es que el anuncio de que las madres nicaragüenses tendrán que seguir entregando sus hijos a la guerra con la contra puede permitirle ganar votos.

Ataque de la guerrilla

Fuentes oficiales en Managua han informado que la intención de Ortega en la cumbre de Costa Rica fue sólo la de recordar a sus colegas que el conflicto nicaragüense todavía subsiste, que la guerra sigue siendo una realidad cotidiana, que la contra sigue armada y activa y que tienen que seguir presionando a Estados Unidos para que la Administración del presidente George Bush deje de prestar su ayuda económica a los rebeldes antisandinistas.

Hasta los propios sandinistas son conscientes ya de que les salió el tiro por la culata. La actuación de Ortega en San José sólo perjudicó a la imagen del FSLN, que ha sostenido en las últimas horas un fuerte debate interno para rectificar sin perder la cara.

Para hacer las cosas más difíciles, la guerrilla antisandinista, que sigue establecida en bases militares del sur de Honduras, atacó ayer una cooperativa agrícola en la frontera con Costa Rica y mató a cinco personas.

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