Bajas pasiones
Cuando los que gobiernan una nación tienen que recurrir al fomento de las más bajas pasiones humanas -como en el caso de los juegos de azar- para complementar los ingresos del erario público es signo de que algo funciona mal en nuestra sociedad. El escándalo de la proliferación de loterías y similares está poniendo a prueba la capacidad creadora de unos pocos para esquilmar a unos muchos que, "voluntariamente", son seducidos a ganar dinero a espuertas por un módico precio.Y para que el pastel tenga de todo, desde la institución y con el dinero de los contribuyentes, han puesto la guinda. Para acallar alguna conciencia largamente dormida, la Generalitat de Cataluña nos endilga publicidad televisiva para explicamos que si jugamos es para hacer el bien el prójimo, resucitando la consabida ética de que el fin justifica los medios. Ante tal acto de hipocresía me sonrojo de vergüenza ajena.-
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