La 'libanización' del Alto Huallaga
La principal región productora de coca de Perú, punto de confluencia de diversos grupos armados
El Alto Huallaga, la principal región productora de coca de Perú, país que produce el 60% de la hoja de coca mundial, es punto de encuentro de grupos armados con intereses y estrategias contrapuestas, que dan un aire de libanización a la zona. Campan por el Alto Huallaga campesinos productores de coca peruanos, narcotraficantes y sicarios colombianos, el llamado Ejército Guerrillero Popular de Sendero Luminoso, la guerrilla del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), el Ejército peruano con su lucha antisubversiva y la Policía Nacional, que trata de combatir el narcotráfico.
La contradicción de más impacto se produce entre las llamadas fuerzas del orden. El Ejército peruano considera prioritaria la lucha antisubversiva contra la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso y los marxistas-leninistas del MRTA. La policía peruana, con el apoyo de la organización antidroga de EE UU (DEA), centra el objetivo de su lucha en la erradicación del cultivo y del tráfico de coca. Esta diferencia de prioridades, frente a la subversión y al narcotráfico, ha desencadenado una guerra de Prensa entre los mandos militares y policiales peruanos, que pone de manifiesto una estrategia unitana para afrontar el problema.
En su barraca del puesto de mando del batallón de Tarapoto, el general de brigada Alberto Arciniega, de 48 años, jefe del Comando Político Militar del Alto Huallaga, con tono agitado dice: "Esos gringos no entienden nada". Días atrás Arciniega expresó su indignación al mismísimo jefe militar del comando Sur de EE UU, con base en la zona del Canal de Panamá, durante su visita a Perú. El general norteamericano osó hacerse eco de las informaciones de algún periódico de su país de que Arciniega protege al narcotráfico en la zona bajo su mando del Alto Huallaga. Replicó Arciniega que la insinuación le parecía inadmisible.
Según cálculos de la DEA, en el Alto Huallaga viven 250.000 personas y un 80% depende económicamente de algún modo del narcotráfico. Arciniega tiene una cosa clara: "Allá todo el mundo es campesino cocalero, creo que hasta el cura, pero yo tengo que ganarles y decirles 'ustedes, no son delincuentes'. Hasta ahora. todos eran considerados narcos. Si a todos los considero narcos, mejor hago una cerca y cierro a, 150.000 familias".
Establecer prioridades
Piensa Arciniega que es imposible combatir simultáneamente a Sendero y al narcotráfico y por eso hay que establecer prioridades. El general insiste en que el mandato que recibió es pacificar el Alto Huallaga y acabar con la subversión. Para Arciniega, el enemigo principal es Sendero Luminoso y la guerrilla del MRTA, que también es fuerte en algún sector de su zona. El general es consciente de que, si se lanza a perseguir frontalmente el cultivo de la hoja de coca y el narcotráfico, arruina la economía de la región y los campesinos se pasarán abierta y masivamente a colaborar con Sendero.
El Alto Huallaga es una región de selva alta, entre la sierra andina y el territorio amazónico. Al amparo de la bonanza de la producción de coca, han llegado campesinos de la sierra, que han empezado a poblar la selva y cultivar la hoja sagrada de los mayas. También llegaron los narcotraficantes y sicarios colombianos que compraban la coca y explotaban a los campesinos. Sendero aprovechó este terreno abonado, llegó e impuso orden. Defendió a los campesinos frente a sicarios y narcotraficantes, fijó precios y pasé a cobrar por sus servicios. A los campesinos, Sendero les cobra cupos, una especie de impuesto revolucionario, por cada arroba vendida de hoja de coca. Aseguran en la zona que Sendero también cobra por las avionetas que salen con destino a Colombia, cargadas con la pasta básica de coca. En el Alto Huallaga afirman que también la Policía cobraba sus cupos.
Productores de coca
Para los productores de coca y los narcos, la presencia de Sendero resulta beneficiosa, porque ha establecido un orden. Los campesinos reciben mejores precios y se sienten protegidos frente a narcos y policía. Para los narcos, resulta más barato pagar los cupos a Sendero, que verse sometidos a las extorsiones policiales y correr el riesgo de que les destruyan laboratorios y pistas de aterrizaje. Sendero ha encontrado una fuente de financiación con la coca. Senderólogos en Lima calculan que la organización maoísta percibe unos 3.000 dólares (360.000 pesetas) por cada avioneta que permiten salir del Alto Huallaga. Esto podría proporcionar a Sendero unos tres millones de dólares anuales (360 millones de pesetas).
Arciniega trata de romper la alianza entre productores de coca y senderistas y por éso piensa que debe tolerar el cultivo en la región.El general explica: "Sendero domina todo lo que es narcotráfico, ofrece las condiciones para que funcione. Aparece como el bueno y establece las reglas del juego". Piensa el general que hay en la zona más de 80 campos de aterrizaje: "Yo no los puedo controlar en su totalidad. Si no aterrizan en Uchiza, lo hacen en otros aeropuertos". No tiene buena opinión de la Policía Nacional, y añade: "Antes, en Uchiza aterrizaba un vuelo colombiano y le pagaba a la Policía Nacional. No voy a ser un loco y poner a mis soldados para que hagan lo mismo que hacía antes la Policía Nacional". Se indigna Arciniega con la política que trata de imponer EE UU contra el narcotráfico: "Es deshonesto cuando dicen en Washington que erradicaron 680 hectáreas y no dicen que en ese mismo tiempo se plantaron 5.000 más. Ahora los gnngos presionan con el cártel de Medellín y me echan la culpa a mí".
Para la policía peruana, encargada de la lucha contra la droga, Arciniega se ha convertido en una especie de bestia negra. En ausencia del jefe, general Juan Zárate, que asiste a la cumbre de estos días en Madrid, el coronel Mario Contreras reconoció a este periódico: "Tenemos diferencias de tipo estratégico y táctico con el general Arciniega. Su posición es irreductible".
Doble estrategia
Los obstáculos para la actuación de la policía derivan, segun Contreras, "de la estrategia que plantea el Ejército. Estamos en el mismo territorio y ellos priorizan acciones contra el terrorismo y no podemos entrar en el territorio para intervenir por la droga. Los subversivos también usan uniformes y se podrían producir desgracias".
Asegura Contreras que la situación no es del todo nueva, porque ya en el pasado hubo un comando militar en la zona y el resultado fue que mandos del Ejército acabaron corrompidos por el narcotráfico, pero luego la región quedó abandonada y se desbordaron las instituciones estatales, hasta que "nosotros tuvimos que entrar a sangre y fuego el 15 de julio de 1987 para pacificar la zona". Añade que, hasta ahora, no se han producido choques entre Ejército y Policía.
La revista Quehacer escribe que "los fornidos agentes de la DEA norteamericana creyeron que venían a Perú a destruir laboratorios clandestinos y se encontraron con otro Vietnam". Después, la revista compara el problema de la subversión y del narcotráfico con la vieja historia del huevo y la gallina: "Hoy se dice que será imposible extirpar el narcotráfico sin eliminar la subversión, ya que grupos armados hacen coincidir sus zonas liberadas con las dedicadas al cultivo de la hoja. Pero también es cierto que si las fuerzas del orden se hubiesen dedicado a derribar ágiles avionetas colombianas, la subversión habría encontrado mucho menos atractiva la región".
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