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La CIA pide luz verde para derrocar dictadores

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) está presionando a la Casa Blanca y al Congreso para conseguir una flexibilización de la legislación actual, que impide la participación de la organización norteamericana de espionaje en golpes de Estado violentos que impliquen el asesinato de un dictador extranjero. En unas declaraciones exclusivas al The New York Times, el director de la CIA, William Webster, un antiguo juez federal que anteriormente había dirigido el FBI, pidió una mayor libertad para poder negociar con potenciales golpistas, como los que intentaron derrocar al general Manuel Antonio Noriega en Panamá el pasado 3 de octubre, y dio a entender que esa falta de libertad para participar en operaciones encubiertas violentas fue una de las causas que condujeron al fracaso del golpe contra Noriega, al encontrarse los responsables de la CIA con las manos atadas.

Según ha trascendido en los últimos días, un enviado de los golpistas se entrevistó con dos agentes de la CIA en Panamá para solicitar una serie de ayudas en el transcurso de la intentona, pero los agentes se negaron a cooperar porque, según explicaron, la agencia no podía hacerlo.Webster se refería a una orden del Ejecutivo firmada, por el presidente Gerald Ford en 1976 que restringe las actividades de la CIA y prohíbe específicamente a "los funcionarios del Gobierno de Estados Unidos participar, o conspirar para participar, en actos que conduzcan a un asesinato político". En esas fechas, George Bush era director de la CIA.

La orden, mantenida durante las presidencias de Jimmy Carter y Ronald Reagan, fue una consecuencia directa de la presión del Congreso al divulgarse una serie de planes secretos de la Agencia Central de Inteligencia que apuntaban a la posibilidad de llevar a cabo asesinatos de líderes políticos extranjeros, entre los que se encontraban el presidente cubano, Fidel Castro, y el líder libio Muammar el Gaddafi.

Webster, que sustituyó a William Casey en la CIA después del escándalo del Irangate, dejó bien claras sus prentensiones. "Estados Unidos no se compromete en asesinatos selectivos o individuales", dijo. "Sin embargo", añadió, "cuando un déspota se apodera del poder tiene que haber alguna forma de hacer frente a esa situación sin llegar al asesinato político".

Conspiradores

Webster se pregunta cuál debe ser la postura de Estados Unidos cuando un grupo de conspiradores dice que no pretende asesinar a un dictador dado, "pero luego, en el transcurso del golpe, las cosas se complican y las circunstancias cambian". La interpretación actual de la directiva presidencial impide la actuación o la simple promesa de actuación de la CIA, y eso es lo que Webster pretende cambiar.

Las declaraciones del responsable máximo del contraespionaje norteamericano, que depende directamente del presidente de EE UU, se producen, curiosamente, a las 24 horas de que el Washington Post publicara una información según la cual algunos influyentes colaboradores de Bush habían criticado en privado la falta de eficacia de la CIA.

Según el periódico, la Casa Blanca se había encontrado con una falta total de información no sólo en el caso de Panamá, sino también en la previsión de los sucesos de China y en el tema de los rehenes norteamericanos en manos de los grupos fundamentalistas de Líbano.

Aparentemente, el todopoderoso jefe del Gabinete presidencial, John Sununu, había comentado públicamente que en el caso de Panamá la Casa Blanca había recibido mejores informaciones procedentes de la cadena de televisión CNN que de la CIA. Webster se encontraba fuera de EE UU cuando se produjo el intento de golpe en Panamá.

La Casa Blanca desmintió vehementemente el mismo lunes la información del Washington Post, que el portavoz presidencial, Marlin Fiztwater, calificó de "injuriosa". Sin embargo, el propio Bush se lamentó públicamente tras el fracaso del golpe de "la laguna de información" sobre los sucesos en el país centroamericano, una queja que volvió a expresar al día siguiente de producirse la matanza de estudiantes en Pekín.

La flexibilidad pedida por Webster para actuaciones futuras de la Agencia Central de Inteligencia no puede ser decidida únicamente por el presidente norteamericano, sino que tiene que ser fruto de delicadas negociaciones entre la Casa Blanca y los Comités de Inteligencia de las dos Cámaras del Congreso. Algunas voces a favor de las tesis de Webster ya han empezado a oírse. El vicepresidente del Comité de Inteligencia, del Senado, William Cohen, se ha mostrado favorable a iniciar una investigación conjunta Ejecutivo-legislativo para ver si en verdad las medidas restrictivas en vigor hacen prácticamente imposible la labor de la CIA.

"No deseo grandes cambios en las reglas actuales, ni que se levante la veda sobre [nuestros] enemigos políticos", dijo. Pero sí conviene averiguar, añadió, si se ha producido una reacción excesiva como consecuencia del Irangate y otros escándalos pasados, añadió Cohen.

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