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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cine de lucha

Es éste el segundo largometraje de Spike Lee, un joven cineasta neoyorquino de raza negra que (a la manera de Charles Chaplin) escribe, produce, dirige e interpreta sus películas. Sólo le falta fotografiarlas (en parte lo hace), ponerles música (en parte lo hace) y distribuirlas a mano para que sean enteramente suyas. En cualquier caso, lo son.Este joven peinado a cepillo, de aspecto escuálido y mirada penetrante, dura e indiferente, se ha convertido de la noche a la mañana en un hito del movimiento del cine independiente en Estados Unidos. Es relevante lo que está ocurriendo con los cineastas que componen este movimiento: se están situando paso a paso -siguiendo el ejemplo de sus maestros, también en su origen independientes, aunque a lo largo de su carrera han jugado con frecuencia a dos bandas: John Casavettes, George Lucas, Martin Scorsese, Woody Allen, Francis Coppola, Alan Rudolph, David Byrne, Steven Spielberg y colegas- a la cabeza del gran cine norteamericano, que a través de ellos nos recuerda que sigue siendo, aunque sólo sea en estos pequeños islotes, lo que una vez fue: el cine con mayúscula.

Haz lo que debas

Dirección, producción y guión: Spike Lee. Música: Bill Lee. Estados Unidos, 1989. Intérpretes: Spike Lee, Danny Aiello, Ossie Davis, Ruby Dee, Richard Edson, Bill Nunn, John Torturro. Estreno en Madrid: cines Luchana, Vaguada y Alexandra (V. O).

El racismo cotidiano

El hecho es que en estos instantes tres filmes independientes -Sexo, mentiras y cintas de vídeo, de Soderbergh; Mystery train, de Jarmusch, y este notabilísimo Haz lo que debas, de Lee- componen la mejor y más variada oferta que contienen las carteleras españolas. Tres filmes excelentes, muy distintos entre sí, en los que se percibe una pobreza de medios compensada con riqueza de inventiva visual y dramática, esa que siempre acompañó al cine norteamericano clásico y que ahora parece haber emigrado de Hollywood para refugiarse en unos principiantes que, a la sombra de aquellos consagrados antes dichos, están devolviendo la identidad perdida al cine de su país.El filme de Lee es un sainete neoyorquino con variantes dramáticas, una especie de cuento de cuatro esquinas en una zona de Brooklyn habitada por obreros negros y una última familia residual de la antigua población -emigrada a otros barrios menos oscuros- de tenderos pequeñoburgueses italianos. La acción discurre a lo largo de un día en la interioridad de esa pequeña jungla urbana, de la que parece extirpado el cáncer del racismo, hasta que descubrimos que no, que ese cáncer sigue infestando los modos de vida bajo otras apariencias, quizá no tan sangrientas e impúdicas como las de antaño, pero no menos duras y encubiertas por un velo de disimulo hipócrita.

Haz lo que debas no es una película explícitamente política, pero no hay manera de contemplarla sin tener la sensación de que lleva por dentro dinamita subversiva, un rechazo, y un rechazo violento, del sistema de aparente -en realidad, para Lee, falsa- convivencia interracial pregonado por los ideólogos del reaganismo. El residuo que la pantalla deja en el espectador no es el de una persistencia enquistada del racismo en Estados Unidos, sino el de su encono y agravación progresiva. Tan solapada es la represión al hombre negro que éste casi no se apercibe de ella. La película es, por ello, una obra de cine militante, destinada por su autor a despertar conciencia de clase y de raza en una mísera población negra embaucada, como ejército de parias, en la construcción de una opulenta sociedad de blancos y para blancos.

Hay convicción y violencia de buena estirpe en este filme directo como un puñetazo, que ahora mismo ha devuelto al público neoyorquino el sabor del escándalo en sentido noble: la revelación de una estafa histórica, que Spike Lee propone como una llamada muy radical a la recuperación del cine como alerta y como arma de lucha social.

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