Una de cada cinco mujeres japonesas que trabajan afirma que es violada por su jefe
El lugar de trabajo es un martirio para una buena parte de las japonesas. Una de cada cinco mujeres ha confesado haber sido violada por sus jefes o compañeros de oficina, según se desprende de una encuesta telefónica que decidió realizar a principios de este mes una asociación de abogados de Tokio con el fin de llamar la atención sobre el problema de la agresión sexual y la necesidad de que sean revisadas las leyes laborales japonesas. Los impulsores de esta iniciativa, 13 abogadas que recibieron el apoyo de 30 mujeres periodistas, anunciaron a través de la prensa la apertura de una "línea telefónica caliente" para atender quejas sobre abusos sexuales.
"Nunca pensé que nuestra idea fuera a tener tan buena acogida", declara Sogabe Haruko, jefa del comité que el colegio de abogados Daini ha constituido para coordinar la información. La asociación Daini es una de las tres que existen en Tokio. El pasado día 7 el comité recibió 138 llamadas, algunas de ellas de hombres. Otras muchas no pudieron ser atendidas por falta de líneas o por realizarse a cobro revertido.
Primer estudio
"Algunas de las comunicantes no quisieron revelar su nombre, pero no pocas se identificaron y denunciaron el nombre del presunto agresor. Otras querían simplemente que se diera publicidad a su caso", afirma la abogada Haruko.Un primer estudio, hecho sobre un centenar de las llamadas recibidas, revela que 25 mujeres confesaron haber sido violadas u obligadas a mantener contra su voluntad relaciones sexuales por sus compañeros de trabajo, generalmente por sus superiores. Once afirmaron que se habían negado a acceder a las peticiones, 15 dijeron que eran constantemente molestadas con caricias, 24 manifestaron que dejaron el trabajo debido al acoso sexual y otras 25 declararon que fueron amenazadas con despido o sancionadas por negarse a complacer a sus jefes. La edad de la mayoría de las comunicantes estaba comprendida entre 20 y 49 años. Tres hombres se quejaron también de haber sido víctimas de abusos sexuales. La legislación laboral japonesa dista mucho de defender plenamente los intereses de la mujer. Una ley aprobada hace tres años sobre la igualdad laboral no sanciona la agresión sexual.
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