Se clausura la 'cumbre' de integración latinoamericana ante la desbandada de los presidentes

Siete presidentes del llamado grupo de los ocho (Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú, Uruguay y Venezuela) concluyeron ayer en lca (Perú) su tercera cumbre, que sólo duró 28 horas y se limitó a una serie de declaraciones carentes de concreción y a expresar la voluntad de impulsar la integración latinoamericana de cara a 1992. La cumbre de Ica, a la que faltó Panamá debido a la crisis que atraviesa este país, puede decirse que concluyó por desmoronamiento o desbandada de sus paricipantes.

Primero estaba anunciada hasta el viernes, pero desde su inicio se supo que el presidente argentino, Carlos Menem, el colombiano Virgilio Barco y el mexicano Carlos Salinas tenían previsto abandonar la ciudad peruana situada en medio de unas dunas del desierto en la tarde del jueves. Ni siquiera se llegó a una ceremonia de clausura normal. A cada momento que pasaba se adelantaba más la hora. Primero se pasó del viernes por la mañana a última hora de la tarde del jueves, y luego a las 16.00 hora local (22.00 horas en España).En la mesa presidencial durante la ceremonia de clausura faltó el colombiano Virgilio Barco, sustituido por su embajador en Lima. A esa hora Barco volaba ya de vuelta a su país, hacia una cita con el presidente francés François Mitterrand. Por primera vez en la breve historia de las cumbres del grupo de los ocho faltaba un presidente a la ceremonia de clausura. No deja de ser sintomático que en un acto solemne de un grupo que pretende afirmar la integración latinoamericana, uno de los presidentes deje a sus colegas para acudir a una cita con el presidente de uno de los con frecuencia denostados países industrializados.

'Grandes almacenes'

En la cumbre se aprobó una declaración de Ica que se asemeja a un catálogo de grandes almacenes, donde los presidentes se pronuncian sobre todos los temas habidos y por haber: desde "América Latina y la situación política y económica internacional", hasta la sede de la próxima cumbre, que será Venezuela, "durante el segundo semestre de 1990'. En los momentos que siguieron a la clausura se negaba el valor exacto de esta declaración, porque no se leyó en la cumbre y sólo se repartió a la Prensa. Como dato curioso, la declaración tiene nada menos que 20 fólios y no aparece ninguna mención a Panamá.Sobre Panamá, las cosas siguen como estaban, a pesar de la urgencia con que el venezolano Carlos Andrés Pérez se dirigió a sus colegas en el discurso de la ceremonia inaugural para pedirles una definición sobre el problema. Los siete comunican que Iamentablemente persiste el problema de Panamá. La situación sólo se revisará si se retorna al respeto a las garantías democráticas".

Después de todas las exhaustivas referencias al narcotráfico en los discursos del primer día, como si se les hubiese ido la fuerza por la boca, los siete se limitan en el comunicado a cinco líneas y media, donde se comprometen "a concertar políticas y métodos con el objeto de fortalecer nuestra acción frente a este problema". Sobre la deuda externa no faltó la consabida declaración de que "el endeudamiento externo de América Latina continúa siendo uno de los problemas más graves a que se enfrenta nuestra región".

Quizá el resultado más palpable de la cumbre es la declaración sobre integración latinoamericana. Los siete afirman que "la integración latinoamericana es propósito político y objetivo fundamental de la estrategia económica de los países de la región".