¿Y usted que opina, señor presidente?
Señor presidente: le supongo enterado del escándalo que ha saltado a la opinión pública con motivo del recurso presentado por Cáritas Española y admitido a trámite por la Audiencia Nacional. Entendemos que se han violado los principios de igualdad y libertad que nuestra Constitución consagra como valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico. Su ministra de Asuntos Sociales ha excluido la práctica totalidad de los programas presentados por Cáritas para "fines de interés social". En estos programas, dirigidos a la promoción de personas y grupos más desfavorecidos de nuestra sociedad, no se tiene en cuenta el credo político o religioso de los destinatarios. El único requisito es su estado de carencia o necesidad.Vaya por delante, señor presidente, mi expreso reconocimiento de que doña Matilde Fernández, que en este asunto no parece resultar bien parada en la consideración pública, haya tenido el rasgo de declarar que, "Cáritas tiene derecho a solicitar dinero del IRPF, porque los contribuyentes no dicen que el 0,5% sea para organizaciones sociales la¡cas". Algo nos alivia con esta manifestación, pero...
El "pero" es que ese generoso predicar el derecho de solicitud a favor de Cáritas no se corresponde con el trigo que su ministra na negado a los programas presentados por una de las más importantes organizaciones no gubernamentales de acción social de esta sufrida España nuestra.
Porque, señor presidente, usted comprenderá que, por mucha modestia que echemos al asunto, no podemos resignarnos a que su ministra de Asuntos Sociales relegue el vigésimo lugar de las organizaciones subvencionadas a una institución tan considerada y querida por la mayor parte de los españoles.
¿Qué le decimos, señor presidente?, ¿Qué le parece a usted que le digamos a esas mujeres que quieren salir del foso de la prostitución, a esos ex reclusos que quieren rehacer su vida para no volver a caer en el delito, a esos jóvenes drogodependientes que quieren sacurdirse las cadenas, a esos ancianos sin recursos?
¿Qué le decimos a esos niños abandonados, a esos gitanos marginados, a los habitantes de los barrios degradados de las ciudades? ¿Y a los jóvenes y menos jóvenes del mundo rural?
¿Qué les diremos, señor presidente, a esos transeúntes, a esos "sin techo", a quienes casi nadie atiende y acuden a Cáritas como tabla de salvación? ¡Si Cáritas cerrara un par de semanas...!
¿Qué se le ocurre a usted que le digamos? Habrá que decirles, señor presidente, que la ministra de Asuntos Sociales, que el Gobierno, que tiene obligación de atenderles, no ha considerado prioritarias sus necesidades. Mire usted, si los pobres tuvieran energía, le levantarían indignados ante ese agravio de su Gobierno. Pero ellos no tienen voz y por ello, permítame que ante esta grave injusticia que me quema el alma, se la ponga yo en esta carta.
Pregunte, señor presidente, a sus Ministerios de Sanidad y de Asuntos Exteriores, cómo trabaja Cáritas. Pregunte a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos cómo trabajamos y cómo, frente a la política no participativa del Ministerio de Asuntos Sociales, cuentan con las ONG's, y entre ellas con nuestra institución.
No se nos ha ocurrido, señor presidente, pedir la dimisión de Matilde Fernández porque eso es algo que le corresponde a ella misma hacer. En las demás democracias europeas hubiera dimitido ya ante el notorio escándalo. La verdad es que su ministra de Asuntos Sociales le ha hecho a usted y a su partido un flaco favor de cara a las próximas elecciones.
Cáritas no ha sido quien ha politizado el asunto. La circunstancia de que usted convocara las elecciones, después de que estuviesen presentados los recursos, es lo que ha dado a la cuestión un ingrediente de carácter electoral que nosotros no hemos perseguido.
Trato discriminatorio
Este hecho no puede responder a un desconocimiento de las realizaciones y de la implantación de nuestra institución por parte de un ministerio cuya única justificación es la de propiciar la participación de todos, para afrontar los graves problemas sociales que sufre nuestra sociedad.
Como político a la escucha del latir del pueblo, habrá usted observado que el trato discriminatorio dado a los programas presentados por Cáritas -no para sí misma, sino con destino a numerosas necesidades; expresado en esa miseria de 63 millones de pesetas frente a los más de 7.000 millones repartidos-, ha sido recibido por la opinión pública sin excepción, a la equidad, a la igualdad y libertad, principios que deben imperar en un Estado social y democrático de derecho.
Al hilo de la controversia pública hemos tenido ocasión de conocer los criterios de su ministra de Asuntos Sociales, algunos de los cuales, no quiero ocultárselo, han parecido de una prepotencia, intolerancia u obcecación impropios de una posición democrática, como esta perla: "Si Cáritas desea mantener una entrevista conmigo la tendrá. Ahora, no la va a tener para revisar la administración de los recursos. Desde el ministerio esos recursos están bien distribuidos, están ya concedidos y no van a ser cambiados".
Pero dado que la cuestión surgida ha desbordado el ámbito de su Ministerio de Asuntos Sociales, ocupando la atención de la opinión pública, me permito distraerle de sus evidentes atenciones electorales, para pedirle su opinión y su apoyo.
Situación difícil
Porque, señor presidente, su ministra de Asuntos Sociales nos ha colocado a usted y a nosotros en una situación difícil.
Verá usted: Cáritas Española celebra el próximo fin de semana su asamblea general, a la que asistirán más de 300 representantes de todas las entidades confederadas, y quieren tener una respuesta que llevar a todas aquellas personas que deberían ser beneficiarias de los programas presentados y que no podrán realizarse. Habrá que explicarles por qué no podemos atenderles.
Hay una cosa queno me gustaría dejar en el tintero, por si usted no se ha dado cuenta y pudiera resultar serio para la convivencia en paz y solidaridad de todos los ciudadanos de nuestro Estado. Y es que este asunto tiene trazas de constituir un pulso contra una institución vinculada a la Iglesia, posiblemente porque les molesta la posición socialmente comprometida y crítica de Cáritas. Pero, señor presidente, seamos todos sensatos y primero los que mandan.
Termino señor presidente: esperamos su respuesta. Tenga la seguridad que lo único que nos interesa es resolver los problemas de ese gran número de personas en seria situación de necesidad, como paso previo a una mayor colaboración en una política social que acometa, con la debida energía, un problema más amplio: el de esa dura realidad de pobreza y marginación que sigue en pie, esperando una acción llena de coraje y solidaridad.
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