'Bamboleo' en la URSS
Julio Iglesias asalta el Palacio de Deportes de Moscú con 10.000 seguidores
"Fueron diez minutos mágicos" diría muy emocionado momentos después el cantante español; poco antes ya había estallado el delirio de los aplausos, bravos y gritos.Es la primera vez que Julio Iglesias canta en este país que desconocía por completo y que pretende incluir en la geografía de sus ventas de discos. Llegó el lunes por la noche; a medida que pasaban las horas su angustia crecía: "porque ni barrunto", comentaban, lo que puede ocurrir, ni sé si la gente vendrá a escucharme; en Madrid ya cogí una diarrea el día del concierto de septiembre pasado por el miedo que se me vino encima; ahora es el pánico total ante lo desconocido".
El lunes, a las siete de la tarde (las cinco en Madrid), el Palacio de los Deportes reventaba de gente: sería difícil decir si había más jóvenes, gente madura o hembras y machos ya entrados en edad. Las mujeres llegaban vestidas con sus mejores galas: al entrar, en los espejos del amplio vestíbulo, muy coquetas, muy pintadas, alguna con abrigo de pieles, se miraban, se atusaban el pelo.
A la hora anunciada Julio no aparecía, y sonaron pitos y aplausos; pero la cara de la inmensa mayoría era un mapa de silencio; a pesar del gentío apiñado, apenas se percibía el murmullo de algunas palabras. Al inicio, un responsable oficial salió a escena y pronunció un elogio de Julio Iglesias, al que presentó como "un cantante popular". Y el Me va, me va rompió. Aplausos y gritos de "Julio, Julio", quizás salidos de los mil o dos mil emocionados latinoamericanos que pedían "canta en español" cada vez que Iglesias se recreaba en francés, inglés, italiano, portugués. Los militares graduados permanecían sentados y adustos; cuando entonó el "Yo no sé qué sé", los aplausos atronaron.
En un respiro del recital Julio dijo "gracias" y "buenas noches" en ruso; tuvo que sacar un papelito donde lo había anotado para leerlo. La cara de los moscovitas diríase un retrato del alma de los personajes de Dostolevski: miraban al escenario extáticos, perplejos, como obsesionados, con los ojos abiertos, y la boca. Cuando salió al aire Jalisco, los jóvenes se contoneaban; no pocos, de todas las edades, usaban prismáticos; a la media hora del concierto, tres chicas jóvenes se acercaron casi religiosamente al escenario y depositaron tres ramos de claveles rojos envueltos en papel de celofán mientras Julio cantaba; esperaron al final de la canción y su ídolo se arrodilló para llegar a sus rostros, que besó. Y acto seguido entonó una canción de rodillas: algo debió de ocurrir en este momento; poco después se observaban cientos de parejas abrazados estrechamente.
Con Brasil la gente removía en sus asientos tímidamente su cuerpo; la expresión decía mucho más. A la hora de Bamboleo los aplausos calentaron el frío; cantando Abrázame y simulando el gesto, el público se manifestaba emocionado. Una señora, llamada Tania, interrogada por María Apilluelles, panameña de madre rusa, estudiante de Teatro, señalaba: "No nos hace falta entender la letra; llega a los sentimientos y canta el amor; las mujeres lo queremos mucho, es el número uno del mundo". Un interrogado afirmó: "Sólo encontramos sus discos en el mercado negro; antes lo queríamos como cantante, ahora como persona también porque no ha cobrado ni un céntimo por el concierto".
Apoteosis
Al final estalló la apoteosis; los canales de televisión norteamericanos NBC y ABC, y la televisión soviética, lo filmaron todo; la chica panameña, estudiante en Moscú, anotó: "Lo que a Julio se le conoce aquí es por la publicidad americana".Para iniciar esta batalla musical que comenzó en Moscú, el cantante de las baladas ofreció en la mañana del lunes una rueda de prensa ante unos 60 periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión. Habló en inglés, con una intérprete descendiente de Pedro el Grande, de padres rusos, nacida en Nueva York y que habla perfectamente media docena de idiomas. Los periodistas soviéticos no difieren esencialmente de los españoles al preguntar al cantante. Se interesaron por saber si se siente español, y a Iglesias con pocos segundos le bastó para dibujarse como "un español de los pies a la cabeza". ¿Y cómo considera este momento en la Unión Soviética?. Julio: "Creo que llego en una circunstacia muy especial para el país". Y no podían no interesarse por el talante de mujeriego que se le atribuye al cantante madrileño. "Si entendiera de mujeres otra cosa sería de mí; yo de lo que pretendo entender algo es de música". Insistentemente, los periodistas de Moscú se interesaron por lo que fuera su carrera deportiva como futbolista y, sobre todo por el accidente que fue su trampolín como cantante. Julio Iglesias concluyó bromeando para decir que ahora ya no hace deporte porque tiene "72 años"; "pero lo que sí hago", precisó, "es mucho ejercicio diario para mantenerme en forma".
Babelia
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