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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De la creación a la pasión

La apertura musical del Festival de Otoño estuvo a cargo de la Orquesta y Coro Bach de Múnich, que, dirigidos por Hans Martin Schneidt, interpretaron dos monumentos históricos y vivos de la creación artístico-religiosa de todo tiempo: La Pasión según san Mateo, de Bach, y La creación, de Haydn. La primera data de 1736; la segunda, de 1798, siete años después de la muerte de Mozart, cuya sombra sobre el oratorio haydniano es más evidente que la del mismísimo Haendel.La Pasión según san Mateo durmió el sueño de los injustos durante casi un siglo entero, pues sólo a partir de 1829, cuando la resucita en Berlín Mendelssohn comienza la potente irradiación de la obra y, con ella, la de todo el Bach coral, que tiene su cima acaso en la Misa en si menor. Y no es que se ignorara el genio del compositor, ya que sólo un año después de su muerte un importante teórico (le la época suscribe este juicio rotundo y explícito: "Como Grecia tiene un solo Homero y Roma un único Virgilio, así Alemania ha tenido un solo Johann Sebastian Bach"

Orquesta y Coro Bach de Múnich

Director: H. M. Schneidt. Solistas: G. Bohman y A. Stumphios (sopranos), U. Heilman (tenor), A. Titus (barítono), B. Calín (contralto) y J. Mannov (bajo). Obras de Bach y Haydn.Auditorio Nacional, 28 y 29 de septiembre.

Síntesis

La Pasión, en su momento, y La creación, partitura más preilustrada que ilustrada, en el suyo, representan enormes síntesis históricas, pues desde el siglo XII se ponían en escena pasajes de las pasiones y otros textos sagrados, de lo que en España tenemos magnífico ejemplo en el Misterio de Elche.Lo que hacen entonces Bach y Haydn es recibir una acumulación, de ideas, sentimientos y creencias paria resolverlos, cada uno a su modo, en dos creaciones que son, como tantas veces se ha escrito, auténiticas catedrales sonoras.

Estas obras, antaño difíciles de escuchar entre nosotros, se han convertido hoy, afortunadamente, en repertorio, de modo que, ante una nueva audición, la atención de los oyentes puede pesar y medir las características, excelencias o carencias de la interpretación.

La de los conjuntos de Múnich no sólo resulta válida, sino admirable. Para empezar, la formación coral (más de 80 voces mixtas) posee una precisa afinación, un ensamblaje estrecho, tanto en la realización como en la intención, y sobre todo ello, maestro, solistas y conjuntos actúan, con hondo fervor: el que practican desde que Richter se hiciera cargo de su dirección, en 1951, en una línea continuada y aún diría que perfeccionada por Schneidt.

De los solistas que participaron en este concierto merece cita de honor el tenor Uwe Heilman (Evangelista y Uriel), y con él, el barítono Alan Titus (Jesús y Rafael/ Adán), sin por ello quitar méritos vocales y expresivos a las sopranos Annegeer Stumphitis (excelente en las arias de La Pasión) y Gunnel Bohmann, una Eva y Gabriel de intensa línea; el hermoso timbre de la mezzo Birgit Calm y la consistente nobleza del bajo Johannes Mannov redondearon la versión en unión de los diversos solistas y el grupo del continuo.

Dos éxitos grandes para el capítulo musical del festival, aunque extrañe que el segundo día (La creación) no se llenara el local de Príncipe de Vergara y que el primero (La Pasión) no tuviera una sala verdaderamente abarrotada.

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