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El lenguaje de la guerra amenaza de nuevo la precaria paz libanesa

Ángeles Espinosa

La euforia inicial provocada en la población libanesa por el anuncio de un alto el fuego el pasado sábado se ha trocado, en vísperas de la reunión de su Parlamento, en duda y temor sobre su durabilidad. Han callado los cañones, pero los duros e intransigentes intercambios de acusaciones entre los dos sectores enfrentados, musulmanes y cristianos, pro y antisirios, respectivamente, amenazan de nuevo con el lenguaje de la guerra.

Las reformas políticas diseñadas por el triunvirato árabe encargado de la mediación no han satisfecho al general Michel Aoun (cristiano), en tanto que en Damasco son precisamente estos proyectos los que animan a creer en una solución.Los 24 diputados libaneses del sector cristiano que anteayer aceptaron la idea de acudir a Taif (Arabia Saudí), para participar mañana en una reunión parlamentaria de reconciliación, han acordado por unanimidad exigir en este encuentro la simultaneidad de la retirada siria de Líbano y del inicio de las reformas políticas.

Esta actitud llevaría, de no flexibilizarse en el transcurso de la asamblea, al punto de partida de esta enésima crisis libanesa. Otros dos diputados de la misma confesión ya han anunciado su inasistencia, lo que reduce a 71 los posibles asistentes de los 99 Con que en su inicio contaba la Cámara.

El triunvirato creado el pasado mayo por la Liga Árabe (Arabia Saudí, Argelia y Marruecos) para buscar una salia al resurgimiento de la violencia generalizada en Líbano, ha elaborado como elemento de trabajo un "documento de reconciliación nacional" que mañana será sometido a lo parlamentarios de dicho país.

En él se contempla, además del alto el fuego inmediato, la adopción de reformas constitucionales y la elección de un presidente de la República. Sólo después se prevé un eventual redespliegue de las fuerzas de Damasco al este de Líbano.

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Exigencia de Aoun

Fue precisamente la exigencia de la retirada de las tropas sirias la que desencadenó el estallido de la última ola de combates el pasado 14 de marzo. El general Aoun, perpetuado desde hace un año en su cargo de primer ministro provisional y cuestionado por ello como jefe de un Ejército ya para entonces dividido, se enzarzó ese día en una guerra de liberación que, seis meses después, no ha logrado cumplir su objetivo.

Las fuentes de autoridad de un Estado fraccionado por 14 años de luchas internas y repartos desiguales de poder siguen sin unificar, y la presencia de 35.000 soldados sirios sobre territorio nacional se han convertido en símbolo de la división que, más que nunca desgarra a la sociedad libanesa.

"En una guerra de liberación no puede haber "líneas rojas", se lamentaba una libanesa de confesión suní durante uno de los recientes bombardeos. Sin embargo, los mapas de guerra del general, como a secas se denomina a Aoun en Beirut, no preveían atravesar la llamada línea verde que desde hace años separa al sector mayoritariamente cristiano del resto del país. [Por otra parte, los ministros de Exteriores de la Comunidad Europea pidieron ayer en Nueva York, donde asisten a la Asamblea General de la ONU, la liberación "rápida y segura" de todas las personas secuestradas en Líbano. Los doce hicieron un llamamiento a "todos aquellos que puedan ejercer alguna influencia" para que colaboren en una puesta en libertad "inmediata e incondicional"].

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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