El fantasma de los pararrayos radiactivos
JUAN MANUEL KINDELÁNA juicio del autor del texto, temas como el de los pararrayos radiactivos en particular y el desarrollo de la energía nuclear en general son oportunos en tiempos preelectorales.
En los medios de comunicación aparece continuamente el tema de los pararrayos radiactivos y del riesgo que pueden entrañar para el medio ambiente. Pero ante las noticias propagadas al respecto es preciso insistir en lo grotesco de establecer alguna relación entre la existencia de un pararrayos radiactivo y supuestos casos de cáncer en los alrededores. Cualquier persona con conocimientos de física atómica sabe que la pequeña radiación alfa que emite un pararrayos de este tipo no alcanza más que pocos metros y no puede atravesar una hoja de papel o la piel humana.Su único riesgo consiste en que, por accidente, sean derribados, su contenido radiactivo vaya a un vertedero y pueda haber una ligera contaminación que afecte a la cadena alimenticia en la que se basa la vida humana. Como he tenido ocasión de decirle a un diputado en el Congreso, "el único riesgo del americio contenido en los pararrayos radiactivos es que pueda llegar a ingerirlo su señoría". Por ello, la eventualidad de la caída de muchos de los 25.000 pararrayos de este tipo que existen en España ha aconsejado proceder a su desmantelamiento, paulatina y ordenadamente. En todo caso, mientras los pararrayos se encuentren en lo alto de los tejados no pueden causar daño, y los que afirman lo contrario intentan solamente agitar a la población, que, naturalmente, no está obligada a conocer física nuclear.
El miedo generalizado a los pararrayos tiene precisamente su origen en el temor difuso que existe hacia la radiactividad en general, y a la energía nuclear en particular, aunque en este caso el problema sea de índole distinta desde un punto de vista científico. También, en tiempos más lejanos, se temía al influjo maléfico de la bruja, que no se veía ni se tocaba pero que estaba ahí preparada para causar un grave daño.
Tareas de importancia
Enresa, empresa pública encargada de la gestión de los residuos radiactivos, tiene tareas mucho más importantes que el desmantelamiento de los pararrayos y en su corta vida ha hecho estudios y proyectos de todo tipo para intentar abordar con eficacia la labor que tiene encomendada. Ahora tendría que empezar a ejecutar varios de estos proyectos, para lo que se ve dificultada por razones poco transparentes e interesadas, como ocurre en el caso de los pararrayos.
A los que nuestro trabajo nos obliga a ocuparnos de los riesgos eventuales de la manipulación indebida de materiales radiactivos nos sorprende la movilización de millares de personas, sin duda bien intencionadas, contra un peligro ciertamente inexistente.
Es lamentable la facilidad con que se propagan campañas que tienden a agitar a la población en tomo a los temas que tienen algo que ver con la radiactividad. De una manera confusa y poco transparente se juntan los intereses antinucleares, que creen poder hacer daño al desarrollo de esta industria exacerbando cualquier temor que se pueda causar en temas que pueden ser relacionados con ella, con la agitación política de los que intentan atacar al Gobierno, a veces en curiosa alianza de la derecha con la extrema izquierda. De este modo, vemos a las mismas personas increpar en los medios de comunicación a Enresa porque es incapaz de cumplir su cometido y tratar de impedir por todos los medios que nuestra empresa pueda llevar adelante los proyectos que exige el cumplimiento de ese cometido.
Parece oportuno insistir en estos temas en unos momentos en que la política en el país cobra una especial relevancia ante la convocatoria de elecciones legislativas. Es evidente que frente a problemas como el desarrollo de la energía nuclear se pueden mantener posiciones políticas distintas; no parece, sin embargo, que se pueda discrepar en cuanto a la necesidad de evitar los riesgos que puedan entrañar los residuos radiactivos que ya existen de un modo inexorable. Creo que las fuerzas políticas tienen derecho a exigir información y a disponer de capacidad de intervención, pero tienen el deber de apoyar firmemente las medidas concretas que hayan de adoptarse.
Enresa debe ser vigilada y controlada adecuadamente. Sin embargo, su único cometido es proteger el medio ambiente, y para conseguirlo necesita un apoyo social suficiente. Si hace algo deficientemente, debe ser corregida, pero, en caso contrario, me parece que el delito ecológico consiste en impedir, a veces por razones demagógicas, que cumpla su cometido.
es presidente de Enresa.
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