Inspecciones inútiles
La responsable de los Servicios Sociales de la Generalitat, Ángela Miquel, insistió en que el lunes de la semana pasada inspectores de su departamento visitaron la residencia Alba sin encontrar nada anormal. También comentó a este periódico que en esa visita los inspectores no vieron ningún cobertizo, pese a que esta estancia había sido habilitada para hacinar a las ancianas en peor estado físico y mental. Además, la inspección tuvo lugar a media tarde, con lo que difícilmente los funcionarios podían ver en qué condiciones dormía ese grupo de residentes. De momento, esta es la única excusa que ha dado la Generalitat para negar las evidencias de la denuncia y de la actuación judicial. Pero ésta no es la primera vez que una inspección de la Generalitat no ve anomalías en un geriátrico. En junio pasado y en la residencia Vallvidrera, otros inspectores no dieron con un sótano del centro en el que enfermos psíquicos pegaban a los ancianos. Al poco tiempo, un juez fue a levantar un cadáver y descubrió lo que ocurría detrás de una puerta cerrada con llave.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.