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Críticas a la política antiterrorista de Thatcher tras el atentado del IRA

La protección de determinadas unidades del Ejército británico por empresas privadas de seguridad se ha convertido en el foco de las críticas contra la política antiterrorista del Gobierno de Margaret Thatcher. "Hay que tomarse el terrorismo mucho más seriamente", declaró ayer un destacado parlamentario conservador poco después de que se confirmara que los 10 muertos el viernes en el atentado del IRA en la escuela de música de los Royal Marines de Deal eran soldados. La seguridad no estaba en la mente de éstos.

La pequeña localidad sita en la costa sureste de Inglaterra seguía ayer en estado de choque. Banderas a media asta, largas colas para donar sangre a los heridos y decenas de ramos de flores junto a la tapia del cuartel daban el tono de sobrecogimiento sentido por la ciudad, de la que los músicos de los Royal Marines son parte integrante desde hace decenas de años.Supervivientes, familiares, vecinos y antiguos miembros de la banda de los Royal Marines hablaban ayer de cómo la conciencia de protección no existía en el acuartelamiento; de cómo cualquiera podía entrar en el recinto, muchas veces sin siquiera dar su nombre; de cómo los jueves era día de discoteca abierta a paisanos, y de cómo, si era necesario, se saltaban las tapias por la noche para salir y entrar del cuartel.

El Gobierno británico -que por enésima vez ha anunciado una revisión de las medidas de protección de todas las unidades militares-consideraba que ese acuartelamiento no requería medidas de alta seguridad y contrató su vigilancia a una compañía privada que disponía de un guardia sin armas de fuego ni porra ante la puerta principal del recinto.

El Ministerio de Defensa sigue, desde hace años, la política de apartar a sus soldados de tareas rutinarias para concentrarlos en actividades estrictamente militares. El Ejecutivo estima que la formación de un soldado profesional es muy cara como para perderla en misiones estáticas y, por ello, tiene subcontratadas a 17 firmas de seguridad para la vigilancia de unas 40 unidades por toda Gran Bretaña.

Fuentes de los Royal Marines consideraban ayer que esta política es acertada y que, si los soldados fuesen relegados a misiones de seguridad, los crecientes problemas de reclutamiento no harían sino incrementarse: "La gente no se apunta al Ejército para ser un guardia".

Un antiguo comandante general de los Royal Marines, Steuart Pringle, quien fuera víctima de un atentado del IRA, ha criticado la delegación de la seguridad en firmas civiles, y a él se han unido las voces de parlamentarios conservadores y de la oposición. Ya hace cinco años, un comité parlamentario se mostró en contra, y los laboristas han dicho que "el coste de sustituir los 250 guardas privados que prestaron vigilancia en 1987-1988 no debería ser muy oneroso para un presupuesto de defensa próximo a los 20.000 millones de libras [unos cuatro billones de pesetas]".

El atentado se produjo el mismo día que en Belfast se filtraba, al parecer por grupos terroristas protestantes, una nueva lista confidencial, con fotos y direcciones, de presuntos miembros del IRA que sólo debía estar en manos de la policía.

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