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El río Tajo ha convertido en una cloaca

El río Tajo es casi una cloaca. La calidad de las aguas fluviales de los 9.600 kilómetros de cauces que surcan su cuenca, que cubre una superficie de 55.768 kilómetros cuadrados, es muy baja y pésima en gran parte de sus tramos. La contaminación más grave procede de los polígonos industriales que rodean tanto a la capital, Madrid, como a las grandes poblaciones de la cuenca. También son abundantes los aportes contaminantes de los vertidos urbanos sin depurar, la materia orgánica ganadera, la contaminación por alpechines de las almazaras, los vertidos bacteriológicos, las grasas de los mataderos, y la contaminación por los abonos utilizados en la agricultura. El Tajo no es una socia excepción entre, los ríos españoles, ni siquiera la más evidente.

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Contaminadores sin nombre

La ley recoge con amplitud la prohibición de verter residuos sin depurar a los cauces de los ríos, pero, en España, la depuración integral de las aguas negras y de los vertidos industriales se ve como una meta para el año 2020, según las autoridades en esta materia. Las aguas oscuras de muchos ríos bajan putrefactas. En ocasiones, cauces y estanques se asemejan más a cementerios de peces y fauna fluvial que a corrientes saludables. La Ley de Aguas, el Reglamento de Dominio Público Hidráulico y el Reglamento de la Ley de Residuos Tóxicos prohíben, en distintos apartados, verter residuos directamente a los cauces de los ríos y obligan a la autoridades municipales a depurar las aguas contaminadas, ya sean urbanas o industriales. Sin embargo, estas medidas legales apenas se cumplen en la mayor parte de la geografía española. Miles de poblaciones aún no disponen de depuradoras y la mayor parte de los polígonos industriales cercanos a grandes poblaciones tampoco.El jefe del servicio de lucha contra la contaminación de la Confederación Hidrográfica del Tajo, Gamaliel Martínez, y el comisario de aguas de esta cuenca, Gabriel Ramos, no conocen el número de vertidos directos sobre el cauce que puede haber en toda la cuenca, pero no descartan que sean unos 2.000. Sólo en la Comunidad de Madrid, donde se produce el 80% de la contaminación por vertidos de toda la cuenca, se han contabilizado 361 industrias de toda clase que vierten algún residuo, a través de depuradora o no, directamente a los cauces. Las autoridades de la comunidad madrileña comenzarán en breve a cobrar un canon de vertido con el recibo del agua. De igual modo, y en colaboración con el canal de Isabel II, se quieren instalar estaciones de alarma instantánea y control de vertidos en distintos puntos de los cauces de la comunidad, según Cristina Danés, directora general de calidad ambiental.

'Puntos negros'

Uno de los puntos negros más preocupantes de toda la cuenca del Tajo se encuentra en la zona baja de los ríos Manzanares y Jarama, afectados por los vertidos de Madrid y los del área industrial del sur de la capital. El tramo más contaminado comprende alrededor de seis kilómetros y va desde el emisario de Rivas Vaciamadrid hasta la confluencia del Manzanares con el Jarama, en la presa del Rey. A los vertidos procedentes de los polígonos industriales de Fuenlabrada, Parla, Getafe y Pinto, se une la contaminación orgánica de las depuradoras de la capital y la contaminación bacteriológica.

Fuentes del servicio de calidad ambiental de la Comunidad de Madrid han señalado a EL PAÍS que en la zona sur, y en general en el área metropolitana de Madrid, la mayor amenaza para la calidad de las aguas la constituyen los cientos de pequeñas industrias incontroladas que dedican su actividad al tratamiento de metales y vierten residuos de metales pesados, cianuros y baños ácidos. También son considerables los problemas que plantean los talleres, y las industrias de curtidos de piel, que vierten a los cauces y las alcantarillas residuos de cromo, materia orgánica, grasas y aceites difícilmente biodegradables. Estas industrias se encuentran sobre todo en Colmenar, Fuenlabrada, Coslada, Móstoles, Arganda y Brunete.

La parte baja del Henares tiene censados otros dos largos tramos que son auténticos puntos negros por los vertidos industriales y urbanos de Guadalajara y Alcalá de Henares. En esta zona producen vertidos que van directamente al cauce del río el polígono industrial del Henares, en Guadalajara, y el polígono de Miralcampo, en Azuqueca de Henares. En estos momentos se hallan en período de prueba las depuradoras de Guadalajara y Alcalá de Henares.

El tramo medio del Tajo soporta un creciente problema de eutrofización (excesiva materia orgánica en las aguas) debido a los vertidos de Madrid. Las depuradoras que funcionan dentro del Plan de Saneamiento Integral de Madrid (PSIM) y las que están en fase de construcción no contemplan un tratamiento terciario de las aguas. Este tipo de saneamiento doblaría los costes, pero eliminaría en gran medida el fósforo que contienen las aguas. No obstante, el director general de Obras Hidráulicas, José Rubió, ha afirmado que la comunidad de Madrid realizará una depuración terciaria de sus aguas en los próximos años. Entre 1989 y 1991 se esperan invertir en la comunidad de Madrid unos 17.000 millones de pesetas en la depuración de aguas de grandes núcleos urbanos (PIAM).

Otra zona que se caracteriza por la baja calidad de las aguas se sitúa en el río Tajo a partir de la población de Aranjuez. En esta zona se producen sobre todo vertidos industriales, farmacéuticos y urbanos.

Espuma como nieve

Es frecuente ver el Tajo, a su paso por Toledo, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, con tres dedos de una espuma blanca, que, en invierno, da lugar a que los turistas pregunten si se trata de nieve. El polígono industrial de Toledo, que tampoco cuenta con depuradora, produce vertidos orgánicos procedentes del matadero y de las industrias electrónica, farmacéutica y alimentaria. Lo mismo sucede con el polígono de Talavera de la Reina, que no tiene depuradora y produce vertidos farmacéuticos y de conservas vegetales.

El río Guadarrama también está afectado en su parte baja por vertidos urbanos sin depurar y por residuos procedentes de industrias papeleras. Un problema similar afecta a las aguas del río Guadalix. Sobre amplias áreas de la cuenca del Tajo están teniendo una incidencia muy negativa los contaminantes orgánicos y persistentes que se emplean en la agricultura (sulfatos, nitratos y amoniacos, sobre todo) y que contaminan también los acuíferos subterráneos.

El río Alberche sufre una fuerte eutrofización en su parte superior, en los embalses de Burguillo y, San Juan (Ávila), a consecuencia de vertidos orgánicos procedentes de explotaciones ganaderas. Lo mismo sucede en el ambalse de Navalcán, en el río Tiétar, y en el embalse de Borbollón, cercano a la frontera portuguesa.

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