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Miedo a informar

Algunos medicamentos no señalan todas las indicaciones que tienen, ni los efectos secundarios

El problema que plantea la información que se debe facilitar al paciente alcanza tanto al sector médico como al farmacéutico y ha sido objeto de discusión en las últimas reuniones de la Comisión de Farmacovigilancia, según manifestó su presidente, Antonio García, en un curso sobre Nuevos medicamentos, celebrado en La Granda (Oviedo). Los especialistas son reacios tanto a que el enfermo tenga una información completa sobre su mal, como a que conozca los riesgos del tratamiento que recibe. Y así, recientemente se ha decidido que el interferón tenga dos prospectos diferentes: uno para el paciente -que no debe saber que es un anticanceroso- y otro para el médico".

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Sin acuerdo internacional

José María Segovia de Arana, director del curso y de la clínica Puerta de Hierro, en Madrid, se mostró totalmente contrario, al igual que el resto de los ponentes, a que los enfermos conozcan todas las consecuencias que puede tener su dolencia. El debate fue directamente suscitado por el neurólogo Martínez Lage, profesor en la universidad de Navarra, que señaló como una "carencia española con respecto a otros países, la ausencia de publicaciones que informen al enfermo y su familia de su enfermedad y los efectos de los medicamentos que se usan para tratarla. Esto se debe a varios factores. Por una parte, si a mí me piden que haga ese trabajo, he de invertir un tiempo en ello que, lógicamente, debe pagarse", dijo Martínez Lage, que señaló también que esa laguna permite la pervivencia de una "ética paternalista y gerontocrática".El problema de la información que deben facilitar los prospectos de los fármacos es uno de los puntos que recoge el proyecto de ley del Medicamento. "Ahora mismo no se sabe muy bien si la información que contienen los prospectos va dirigida al médico o al paciente. Yo creo que la solución está en unificar los criterios dando una información mínima, que sea clara pero menos exhaustiva que la de ahora", manifestó Juan Manuel Reol, repesentante de la industria farmacéutica en La Granda.

Epilepsia

Uno de los últimos combates en este terreno ha tenido como protagonista a los fármacos contra la epilepsia tras hacerse públicos, en abril pasado, los resultados de una investigación que relaciona la aparición de malformaciones congénitas, fundamentalmente espina bífida, con el consumo del ácido valproico. Más del 50% de las mujeres epilépticas que en 1986 tuvieron un hijo con malformaciones habían estado tratadas con ese fármaco, según las investigaciones realizadas por el Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas (ECEMC).

"Consultamos con una comisión de neurólogos si ese riesgo de malformaciones debía figurar en el prospecto del medicamento para que lo supieran las mujeres. Los neurólogos se dividieron en dos grupos. Uno era partidario de informar, y el otro se mostraba contrario porque se podían crear en las mujeres temores injustificados. Éstos pueden derivar en una mala ingesta del medicamento y, por tanto, un recrudecimiento de las crisis epilépticas", dice Antonio García. Finalmente se llegó a una fórmula de compromiso y los nuevos prospectos recogen que tanto la epilepsia como la medicación para esta enfermedad producen malformaciones y se aconseja a las mujeres que consulten con su médico.

Toda la verdad

Entre los médicos predomina la opinión de que decir la verdad a un enfermo incurable no le beneficia y aducen que, incluso, puede deprimirle. Pero en determinadas ocasiones la situación puede ser al contrario, según señaló en Santander, Jordi Estapé, jefe del Servicio de Coordinación Oncológica del Hospital Clínico y Provincial de Barcelona. "Si para el enfermo es positivo se le dice la verdad. Puede ocurrir que a un paciente se le diga que tiene úlcera de estómago y se le recomiende operar. Sin embargo, él a la vista del diagnóstico se resiste a ello y prefiere seguir tomando bicarbonato. En estos casos lo mejor es situarle en su realidad", afirma Estapé.

La Unión Internacional contra el Cáncer afirma que el enfermo tiene derecho a saber la verdad de su enfermedad, pero a la vez también tiene el derecho a no saberlo. "La experiencia clínica que tengo es que sólo 30 de cada 100 pacientes piden al médico que le cuente la verdad total de su enfermedad. En estos casos nosotros nunca nos negamos a facilitar el diagnóstico, pero con el otro 70% surge siempre la duda. Debemos de tener en cuenta la psicología humana, y en el caso de la enfermedad siempre se manifiesta con negación de la misma", dice Estapé.

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