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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Música española a orillas del Cantábrico

Los intérpretes y compositores españoles de nuestro tiempo pisan fuerte estos días en la Quincena musical Donostiarra y en el Festival Internacional de Santander. Si el barítono Alfonso Echeverría, de reconocido prestigio, supo encarnar con excelencia a Don Quijote según lo viera Manuel de Falla, hasta conseguir cotas muy altas de emoción lírica, pocas horas después obtenía en el certamen internacional santanderino un triunfo completo la mezzosoprano, entre colombiana y vizcaína, María Folcó, acompañada por el pianista Carlos Ibarra.Se trataba de uno de esos maravillosos recitales que desde hace 10 años ha llevado el Festival Internacional de Santander a toda Cantabria como exponente de una auténtica voluntad popular. Un gran compositor de la tierra, el castreño Arturo Dúo Vital, fue recordado en el 25º aniversario de su muerte. La música que compuso este poeta de los sonidos que a veces lo era también de los versos está viva como toda obra cordial, bien escrita y plena de belleza.

En sus Canciones populares montañesas, Arturo Dúo Vital sigue, sin servilismo, el ejemplo musical de Manuel de Falla para extraer de las melodías la sustancia sonora y armónica del piano hasta crear pequeños y completos poemas. No otra cosa hizo en su momento, con arreglo a su estilo, Enrique Granados, cuyas Tonadillas y Canciones amatorias tuvieron una versión de las que pocas veces se escuchan, gracias a la musicalidad y a la técnica fácil de María Folcó y el pianismo inteligente y expresivo de Carlos Ibarra, dos artistas condicionados por una amplia formación artística y cultural. El pueblo de Comillas, que llenó la iglesia de San Cristóbal, aplaudió con entusiasmo.

Y es que en la creación musical de España hay sin duda más oro del que reluce. Cuanto compone el extremeño, afincado en Granada, Juan Alfonso García revela al músico nato y al profesor que ha sabido crear la que se conoce hoy como Escuela Granadina, con García Román, Francisco Guerrero y Manuel Hidalgo en cabeza. Juan Alfonso es a su vez hechura y acaso la mejor obra de don Valentín Ruiz Aznar, su antecesor en el órgano de la catedral de Granada y su gran maestro de ética y estética.

Ha sido acierto del festival internacional santanderino encargar a Juan Alfonso García una obra musical para quinteto vocal sobre textos de Gerardo Diego, el gran poeta y músico cántabro, del que el compositor había musicalizado ya El cerezo y la palmera con pleno aplauso del poeta. Y ha tenido Juan Alfonso García la suerte de que el estreno estuviese a cargo del Gesualdo Consort Amsterdam, un quinteto vocal perfecto, y ya es difícil poder emplear sin énfasis este término.

Después de repasar el repertorio madrigalesco, desde comienzos del siglo XV hasta nuestros días, y de estrenar los epigramas del holandés Kastner (La Haya, 1925); tras interpretar de manera emocionante la música genial de Gesualdo, príncipe de Venosa, el grupo germano-holandés, que dirige y orienta el bajo Harry van der Kamkp, que escuchamos en la reverberante acústica del patio de la Asamblea regional cántabra, los poemas de Gerardo Diego y Juan Alfonso García, Si la Luna fuera espejo y tu infancia, del libro Hasta siempre, y Me estás enseñando, de Canciones a Violante.

Así ha trabajado Juan Alfonso García: con rigor y fantasía. Quizá sea este compositor el más idóneo para acometer un empeflo ambicioso: la puesta en música del Via Crucis de Gerardo Diego, que tanto entusiasmó a Manuel de Falla cuando el compositor recibió del poeta y amigo un original autógrafo dedicado. La obra estrenada ahora, versos y música que quedan para siempre, constituye augurio de un seguro acierto.

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