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CAMBIO Y AGITACIÓN EN EL ESTE

"Viva Polonia", gritan los manifestantes en Praga

Miles de personas desafiaron ayer al régimen comunista ortodoxo de Checoslovaquia manifestándose por las calles de la capital en demanda de democracia, libertad y pluralismo en el 212 aniversario del aplastamiento de la primavera de Praga por las fuerzas del Pacto de Varsovia. El régimen respondió con apaleamientos masivos a los manifestantes -que gritaban "Viva Polonia"-, con centenares de detenciones y amenazas a los observadores extranjeros por las presiones en favor de las reformas que el inmovilista Milos Jakes se niega a emprender.

ENVIADO ESPECIALLa cúpula del partido demostró que está dispuesta a hacer frente violentamente a todo el proceso de democratización en marcha en Europa del Este. Entre gritos de "Viva Polonia", "Viva Hungría" y "Libertad, rusos a casa cerca de 10.000 manifestantes, en su mayoría jovenes, recorrieron diversas partes del centro de Praga disolviéndose en grupos al intervenir la policía para reconcentrarse poco después en otros puntos.La policía apaleó a centenares de manifestantes en sus numerosas intervenciones por toda la ciudad. Se produjeron centenares de detenciones y poco antes de las diez de la noche varios autobuses con jóvenes presos partían de la plaza de San Wenceslao con fuerte escolta. Los saltos de manifestantes por el centro fueron constantes. Entre los manifestantes había numerosos alemanes orientales que demostraban la gran esperanza que ha despertado entre la juventud de la Republica Democrática Alemana los cambios en Varsovia y Budapest.

La agencia CTK señaló ayer que unos 1.500 individuos habían intentado sembrar el desorden y la violencia según planes claramente inspirados en el extranjero y que habían sido detenidos con los alborotadores, varios polacos de Solidaridad, húngaros e italianos del Partido Radical, que serían castigados al igual que los detenidos checoslovacos.

A las cinco de la tarde, en la plaza de San Wenceslao se comenzaron a concentrar grupos de jóvenes pese al masivo despliegue policial y los controles sistemáticos de identidad. Cuando la policía comenzó a impedir filmar a unos cámaras de televisión occidentales comenzaron los zarandeos y las detenciones, acogidas primero con pitidos.

Después de una tensa calma miles de personas comenzaron a dar palmas y después a corear el lema de "Viva Vaclav Havel", el dramaturgo que por su coraje en defensa de las libertades y los derechos humanos se ha convertido en la figura dirigente del movimiento de oposición checoslovaca y un persistente "Dubcek, Dubcek".

Vallas metálicas

Poco después de comenzar los coros de apoyo a la democracia en Hungría y Polonia y de solicitud de libertad, grandes contingentes de antidisturbios rodearon a los manifestantes, instalaron vallas metálicas y cargaron contra aquellos que no querían abandonar la plaza. Después de diversas carreras y una vez reagrupados, los manifestantes se dirigieron hacia el río VItava y después al puente de Carlos, para continuar hacia la calle Nacional.

Representantes de las organizaciones húngaras Democratas Libres y Fidesz y de Solidaridad de Polonia habían llegado expresamente desde Budapest y Varsovia. Varios fueron detenidos. En Polonia y en Hungria se realizaron ayer también actos de solidaridad con el pueblo checoslovaco.

Numerosos periodistas fueron maltratados, zarandeados y amenazadados por la policía, entre ellos los de la televisión húngara. Un equipo de la televisión austríaca fue golpeado y los fotógrafos fueron obligados sistemáticamente a velar sus películas bajo amenaza de romperles las cámaras en caso de negarse. El corresponsal de EL PAÍS entregó tres carretes bajo intimidación. La operación policial demuestra, según miembros de la oposición participantes en la manifestación, que el régimen se halla en tal estado de pánico por la evolución política de los regímenes de Varsovia y Budapest que ya ni siquiera intenta minimizar el desprestigio que conlleva esta actitud policial hacia los observadores extranjeros.

Por otra parte, el partido comunista de Checoslovaquia reaccionó con dureza a la condena de la intervención de 1968 por parte del parlamento polaco y el partido comunista húngaro y acuso a estos de "grave injerencia en los asuntos internos" checoslovacos.

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