_
_
_
_
_
Crítica:'JAZZ'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Conjunto ligero

El concierto de Panamá Francis y sus Sultanes del Savoy plantea el problema de las expectativas con las que se puede acceder a un concierto. Quien acudiera a escuchar un orquesta de baile no tuvo por qué sentirse defraudado, siempre y cuando no pretendiera bailar en un graderío de elevación casi perpendicular al suelo; no se bailó más que en escena, pero se aplaudió mucho. La actual formación de Panamá Francis cuenta con 17 miembros, y la primera sorpresa es que de ellos sólo nueve están destinados a los instrumentos. El homenaje al club de Harlem se produce, pues, en formación de noneto, algo bien lejano de los 16 miembros que definen una big band. Cuatro hombres en la sección rítmica, tres saxos y tres trompetas constituyen un conjunto ligero, y así se hacen apuestas tan inverosímiles como un In the mood sin sección de trombones. Panamá Francis ha sacrificado miembros a lo que hubiera podido ser una gran banda y ha optado por un espectáculo con claqué, bailarines y voces diversas.

Cotton Club tribute

Panamá Francis y sus Sultanes del Savoy. Madrid. Conde Duque, 11, 12 y 13 de agosto.

La era de las big bands también fue la de los grandes solistas, y lo macizo del conjunto se afirmaba en la colección de verdaderos prodigios individuales. Digamos que esto no sucede en la actual formación de Panamá Francis, con la que no estamos ni en las segundas ni en las terceras filas; junto a un saxo tenor, feliz heredero de Coleman Hawkins, militan dos trompetistas completamente imposibles. Parece que Francis no ha optado por la magnificación musical de su banda, sino por una suerte de espectáculo global.

Claqué sin metal

Al segundo tema -sin mayor necesidad, por lo que parece, de que la banda se expresara un rato por sí misma- ya estaban los 17 en escena. Voz-femenina de Julia Steele, masculina de Everett Jenkins, en quienes se pudo sentir un cierto vacío de capacidades sin expresión definida, y Robert Reed, maestro del claqué o tap-dance, a quien se pudo ver y disfrutar, pero no escuchar los metales de sus zapatos, precisamente lo que viene a constituir este tipo de baile; actuaron también cuatro bailarines más, con desigual fortuna. Entre las sorpresas, una segunda voz femenina que brilló más que la titular en un Ellington cantado al modo de Ivvie Anderson y un segundo saxo alto, poderoso en algunos de sus solos. Con el conjunto del espectáculo Panamá Francis parece reivindicar una franja musical en la que el jazz, como música popular de aquel momento, accedía a las maneras del vodevil, del vodevil negro para blancos. Es una tradición real y no inventada hoy y sigue mostrando la distancia que media entre divertir y divertirse, entre ganarse la vida divirtiendo y divertirse ganándose la vida. Al margen de estas consideraciones, el conjunto de cuanto hacen es susceptible de ser disfrutado.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_