Japón y la sopa bullabesa
Si existe un país extraordinariamente receptivo al boom de la ethnic music, éste es Japón. La proverbial capacidad japonesa para captar lo ajeno, mostrarse abiertos y sentir curiosidad por todo ha producido un resultado espectacular en la difusión de los ritmos más variados de las partes del mundo, y para su conversión, mediante mixturas, en nuevos sonidos y danzas sincréticas. Dos ejemplos: los aires del reggae son aderezados por grupos Japoneses, como las Shang Shang Talfu, con compases del folclor chino, y el luth ha sido transformado a través de su itinerario por la ruta de la seda en lo que ellos llaman el biwa. En realidad no falta de nada: después de importar la soca de Trinidad, con Arrow, hace un año, Tokio recibe a, Rubén, Blades, el amo de la salsa. Por su parte, Wave, la gran boutique del disco de Roppongi, presenta las producciones de Manu y Cheb Khaled decorando con carteles y carátulas todo el establecimien. Muros enteros chanados de anuncios de música africana, bajo la presidencia, en el vestíbulo, del oninipresente raí. Hasta el momento, el balle fianienco había convertido a Japón en el segundo país del mundo con más bailaores. Desde hace dos años, y sin perder esta inclinación, se asiste a la celosión de escuelas que enseñan la danza del vientre. En la capital actúan al menos dos conjuntos enteramente japoneses que tocan la rumba zairesa: el Taneko Ensemble y los Molokai Stars, y de los dos, el último canta en ingala, la lengua de Kinshasa. Frente a esta vorágine, ni Miles Davis, que el año pasado sólo cosechó 150 asistentes en una sala con aforo para 10.000, ni los Gipsy Kings, que hicieron una gira mortecina, han logrado despertar entusiasmos.
Los críticos lo atribuyen, sin embargo, a un defecto de organización, inoportuna en el tiempo y en la elección de los locales, porque nadie duda de la presente excitacion japonesa. por atrapar lo foráneo, tanto en música como en los signos del sistema que la integra. Los viernes por la noche puede ballarse la salsa en la Bodegita d'lbizu; el calipso, en Java-Jive de Roppongi, y la rumba zalresa, en el Piga-Piga de Shibuya, pero antes los restaurantes a la moda se han preparado para servir, como cena, desde paellas y kebabs (en el Kitchen-Five) hasta sopa bullabesa y gambas a la plancha (en el Ninniku-ya), por ejemplo.
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