El diario del escándalo
Más de 20 procesos judiciales se han abierto a partir de las reclamaciones de algunos de los personajes (Liz Taylor, Liza Minnelli, Raquel Welch, Truman Capote, Carolina de Mónaco, Julian Schriabel, el matrimonio Jagger, Barbra Streisand, Martin Scorsese, Nureiev), mencionados en los Diarios de Andy Warhol, que comprenden desde 1976 hasta cinco días antes de su muerte, en febrero de 1987. Nadie parecía sospechar que Warhol, acreditado por su torpeza con la escritura, estuviera preparando un testimonio minucioso del Nueva York de *los años ochenta. Pero Warhol no escribía. Cada mañana, al despertar, telefoneaba a Pat Hacker, una antigua estudiante de Barnard University y le relataba sus experiencias del día anterior. Pat Hacker, que había entrado a trabajar en la Factoría, el taller de Andy, en 1968, cobraba por hacer esta labor de escriba. La vida de Warhol, en sus últimos años, transcurría muy reglamentada. Se despertaba tarde, dictaba, desayunaba asistido por sus dos criadas filipinas y salía a hacer compras o pasear por Manhattan. Llegaba a su estudio alrededor de las dos de la tarde, donde pintaba o fotografiaba. Al anochecer, seleccionaba su asistencia a las reuniones donde esperaba encontrar nuevos clientes que desearan ser fotografiados (por 25.000 dólares) y en donde obtendría el material de sus anotaciones. Pat Hacker reunía en sobres separados, semana por semana, no sólo las impresiones personales de su patrón sino todos y cada uno de sus gastos, desde el precio de un regalo hasta la mínima propina, obedeciendo a una de las principales obsesiones del artista. Las otras, además del dinero, eran el sexo -su propia homosexualidad- y la salud. Sobre la salud, la hipocondría le llevaba a creer, apenas le aparecía un dolor de cabeza o un grano, que era víctima de un tumor cerebral o de un cáncer de piel. Y mostraba horror por los hospitales, en uno de los cuales finalmente murió como resultado de una operación de próstata.El diario, expurgado por su transcriptora, llegó a sumar 20.000 cuartillas que han quedado reducidas, por el momento, a 850 páginas. En ellas lo más llamativo son los dibujos de gente famosa, la referencia a sus defectos (Carolina de Mónaco aparece como una persona avejentada, aunque salvada .para las fotos gracias a los prodigios de un maquillador japonés) y a sus -debilidades (Liza Minnelli se llena las narices de cocaína antes de presentarse ante las cámaras). El volumen aparecido en Estados Unidos y en Inglaterra será publicado en diciembre por Grasset en Francia y aún no se conoce quién lo editará en España.
La 'lambada'
Cuando lo que impera en las discotecas neoyorquinas y londinenses a la moda es el voguing (un baile en el que se trata de reproducir las poses de los maniquíes de la Vogue clásica), algunos empresarios franceses del espectáculo (Jean Karakos, a la cabeza) apoyados en eventuales contratos con emisoras como Antenne 2, primero, Europe 1, después, más la marca Phonogram y la productora CBS, tratan de importar hasta el viejo continente el ritmo de la lambada. La lambada es una danza del norte de Brasil, mezcla de acentos caribeños, como la soca o la salsa y de la cumbia. Su particularidad es que prescribe un baile de contactos y frotaciones pubis contra pubis, espalda contra espalda, dos a dos e incluso tres a tres.
El 'Paniac'
Paniac es el nuevo nombre que ha acuñado la revista alemana.Tempo para designar al prototipo ciudadano acuciado por la necesidad de cumplir su tarea en un plazo fijo y ante el cual crece el pánico. Los escenógrafos, los publicitarios, los dlseñadores, los periodistas, los ejecutivos de diferentes clases: un número cada vez mayor de gentes destinadas a prestar servicios de todo tipo ante sus clientes o ante el público se encuentran en la tesítura de forzar sus recursos fisicos y mentales para cumplir con entregas improrrogables. El paniac designaría a la clase de sujeto que necesita recurrir a píldoras, alcohol, anfetas, tabaco o refuerzos de cualquier orden para afrontar el reto de los plazos y ante cuyo vencimiento inminente sufre el asalto de toda clase de angustias.
Café de la droga
En Berna, capital de la pulquérrima Suiza, se ha inaugurado un bar especial para heroinómanos. No sirven bebidas alcohólicas. El adicto, sin embargo, puede acudir allí a inyectarse su dosis, disponiendo gratuitarnente de las agujas hipodérmicas. Todo está aseado y limpio. La jeringuilla se toma gratuitamente por el cliente, se aplica y se desecha, según las instrucciones que se detallan en unos paneles.Suiza es el país europeo con más incidencia del SIDA y el segundo del mundo, tras Estados Unidos. Existen unos 15.000 afectados y el porcentaje continúa en ascenso. Este café o club, llamado Contac-Berna, es un experimento destinado a evitar en lo posible el contagio entre los toxicómanos. El pequeño local, que abre entre las siete de la tarde y las diez de la noche sólo lunes, martes, miércoles y viernes, suele encontrarse ocupado de continuo.
Babelia
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