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Anchuras, un blanco difícil

Vecinos, partidos políticos y grupos ecologistas incrementan su lucha contra el polígono de tiro

Algo más que los hábitos se han trastocado en las gentes de Anchuras desde que hace un año el Gobierno decidió declarar el término municipal como zona de interés para la defensa y proyectar un polígono de tiro en la pequeña localidad manchega. Se han cavado zanjas para impedir el paso de los militares, a quienes se les ha increpado y conminado, la pasada semana, a abandonar la zona con sentadas ante sus vehículos y otras acciones de presión. Los vecinos han vigilado en los últimos dos meses los escasos movimientos del destacamento fuera del recinto militar de El Cijaral.

El acoso popular crece día a día. Los ancianos recuerdan los tiempos de la guerra, civil, "por si hubiera que luchar como entonces", y los jóvenes, aferrados a una tierra deprimida que no obstante les ha permitido pasar de la lista de parados, están dispuestos "a todo" por un paisaje que es tan suyo como el aire que respiran. "Anchuras es la Amazonia de España", dice una pancarta colgada entre dos encinas a la entrada del pueblo, en respuesta a las alusiones del ministro de Defensa, Narcís Serra, sobre el escaso valor ecológico del lugar. Esta versión del ecosistema de Anchuras se halla reflejada en dos únicos informes oficiales de cuatro folios, frente a decenas de documentos que afirman lo contrario.Anchuras, a unos 20 kilómetros del parque natural de Cabafieros , a cuatro de la reserva de caza del Cijara y a 30 de la central nuclear de Valdecaballeros, se extiende en la ladera de la sierra de la Hiruela, entre cotos de caza dejaras, encinas y alcornoques, limpio, blanco y cuidado por sus poco más de 500 habitantes, que con inusitado celo relatan al visitante pelos y señales de su historia reciente, marcada por complejos pactos militares y reuniones de alto standing en despachos enmoquetados, que pocos entienden y nadie quiere.

Monterías de los 'señoritos'

La vida transcurre tranquila, pendientes de la cosecha de cereales en las rañas, los otoñales níscalos y las monterías de los señoritos, a quienes alquilan los perros. "Ahora que entramos en Europa, para esto se acuerdan de nosotros. Nos quieren traer el demonio", afirma José, un jubilado que forma parte del retén de vecinos que vigila día y noche, como si de una guerrilla se tratase, la finca El Rosalejo, vía de acceso a la dehesa de El Cijaral; esta última, la única posesión militar en la zona.Javier Moro es uno de los cuatro propietarios de El Rosalejo, 2.700 hectáreas de terreno pintado en el mapa como futuro campo de tiro. El litigio de la familia Moro con los arrendatarios de la finca desde 1940, no ha impedido que Defensa negocie con los propietarios la permuta de estas tierras por otras de extensión muy superior en Cabañeros.Muchos son los que creen que ya existe un principio de acuerdo entre ambos. "No sólo tenemos insectos", "Queremos labradores, no aviadores", dicen dos pancartas, y remata otra: "Queremos cabras y no cabrones". Los grupos ecologistas han cambiado la Iarga e infructuosa lucha contra la construcción del pantano de Riaño por la de Anchuras.

"Esto es como la parrala... hay quien dice que sí y hay quien dice que no al polígono. Eso no puede ser bueno cuando lo quieren poner aquí", afirma Martín, propietario de uno de los dos bares del pueblo. Alicia es la dueña del Único restaurante de Minas de Santa Quiteria, a unos 15 kilómetros de Anchuras, donde hay un teléfono para los 100 habitantes. Partidaria del polígono, lo proclama sin ningún recato. El destacamento ha acudido de forma regular allí a almorzar. Varios vecinos han dejado de jugar la partida en el café, y otros no lo hacen por temor a represalias en los recados telefónicos.

Santiago Martín, alcalde de Anchuras, y Rafael Galán, un párroco ciertamente inusual, encabeza.n la lucha. Martín no ha olvidado su única charla con el ministro de Defensa. "Serrano puec . le convencerme ni a mí ni a nadie de la necesidad de un polígono de tiro".

Rincón estratégico

En Anchuras se cree que el Ministerio de Defensa alberga otros objetivos paralelos a los de un campo de tiro para la comarca. Tras desestimar el proyecto militar en Cabañeros, el Gobierno eligió un rincón colindante, con una quincena de nucleos rurales, para instalar el polígono de tiro para el Ejercito del Aire, que según el proyecto abarca 67,5 kilómetros cuadrados. El rincón de Anchuras es un paraje aislado en las provincias de Toledo y Ciudad Real, y a desmano de las principales carreteras de comunicación con las capitales de ambas provincias y Cáceres. La carretera, asfaltada hace pocos meses, acaba en la Nava de Ricomalillo (Toledo), a unos 30 kilómetros de Anchuras (Ciudad Real).Los vecinos adoptan una actitud. de resignación cuando una enfermedad les obliga a desplazarse a Talavera de la Reina, a 75 kilómetros, o a Ciudad Real, a 117. "El campo de tiro es un bueri argumento para desalojar la zona y hacer un condado para los militares", dice José Manuel Hernández, presidente de la Asociación para la Defensa de Cabañeros. Los vecinos, por su parte, aseguran tener fuertes presiones del Gobierno autónomo para tratar de acallar su protesta. Mientras, Orencio García y Alfredo Fernández, los dos concejales del PSOE, no quieren el campo de tiro, pero señalan que nunca irán contra el partido.

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