_
_
_
_
CAMBIO Y AGITACIÓN EN EL ESTE

La rebelión del proletariado

Los mineros soviéticos se alzan contra su mísero nivel de vida

Son las seis de la tarde del jueves. En la plaza de la Victoria de Prokopievsk, un camión recoge los últimos restos de la acampada de los huelguistas. Desaparecen en él las mantas sobre las que han dormido durante una semana, los bancos donde han escuchado a los oradores de la tribuna y silbado a los representantes del poder soviético. Desaparecen los carteles, firmados con los nombres de las minas, que exigían la inmediata venida de Nikolai Rishkov, el jefe de Gobierno. Los miembros de los comités de huelga, empezando por Valodia Majanov, de la mina Zentralnaia, duermen después de muchas noches en vela, y los mineros, con gesto amargo y sensación de derrota pese a la victoria formalmente obtenida, se van de mala gana a sus hogares, entendiendo por tales las barracas y las residencias comunitarias atestadas.

Más información
Gorbachov, acosado por la huelga y los choques étnicos

Para estas infraviviendas, entre ellas pisos de menos de 30 metros cuadrados donde se hacinan familias de cinco personas, el protocolo firmado, un documento teóricamente muy favorable pero difícil de llevar a la práctica, prevé un suministro extra de 150.000 metros cuadrados de alfombras en el segundo semestre de 1989. Para limpiar los rostros y manos llenos de hollín y sus burdas ropas de faena, la región de Kuzbas recibirá 3.000 toneladas extras de jabón y el Ministerio de Comercio evitará que haya "interrupciones en el suministro de productos de limpieza". Hasta ahora, los mineros reciben 200 gramos de jabón al trimestre.Con el fin de la huelga de Kuzbas ha acabado el primer capítulo de una historia cuyo desenlace nadie puede prever aún. Desde diferentes partes del país llegaban noticias de la extensión del incendio, cuya chispa estalló en estas regiones siberianas con uno de los yacimientos de carbón más ricos del mundo. Dombas, Karagandá, Vorkuta eran nombres que se incorporaban a la lista.

Señores y esclavos

Por nuestras cabezas desfilaban imágenes vividas estos días. Nos acordábamos de las palabras del poeta local: "Somos como niños ingenuos y acabamos de nacer como movimiento social", del odio con que pronunciaban la palabra "comunista" Ivan y Oleg cuando, asegurándose de que no les veía el ingeneniero jefe de su mina, nos repetían una frase que hemos oído muchas veces en Kuzbas: "Durante 70 años nos han engañado y nos han robado. Durante 70 años han echado a perder el país. Nos engañaban y continúan engañándonos".

No tienen ninguna experiencia sobre movimiento obrero, pero sí una convicción a priori de que sus colegas occidentales viven mejor que ellos. "Sólo hay dos clases, señores y esclavos", exclamaba moviendo tristemente la cabeza el rubio Iván, reticente a incorporarse al trabajo tal como había decidido el comité regional de huelga, que adquirirá ahora status permanente y se transformará en el Comité Regional de Trabajadores. En el porte de Iván había algo de perro apaleado, algo de derrotado. La misma sensación tuvimos ante nueve de los 16 miembros del comité de huelga de la mina Zentralnaia cuando el director de la empresa, de un grito, les prohibió damos una entrevista en tanto comprobaban nuestra identidad.

"Está bien, nos callaremos", dijeron mansamente los obreros, vanguardia de un movimiento que ha sacado a la calle a 174.000 personas de 165 empresas. Sólo con el permiso del director volvieron a reanudar la conversación. La Zentralnaia, nos decían, era el "epicentro" de la huelga De ella ha salido Valodia Majanov, antiguo secretario de la organización del partido. "No puede ser que nuestro Valodia haya firmado el documento", exclamaban incrédulos muchos mineros refiriéndose al protocolo que tiene que empezar a cumplirse dentro de 15 días. El documento está firmado por el diputado Timuraz Abaliani, presidente del comité regional de huelga, y sus dos vicepresidentes, Yuxi Rudolf y Yuri Gerold.

Nuevos suministros

Con este papel, Moscú ha ganado dos semanas, pero se ha colocado en un callejón sin salida, porque a partir de agosto tiene que afrontar promesas concretas. Entre ellas, suministrar 100.000 agujas desechables que han costado 550.000 rubios y medicamentos por no menos de cinco millones de rubios.

¿Cómo puede ser que una aguja desechable cueste 5,5 rublos (1.210 pesetas), o que Kuzbas, con algo más de tres millones de habitantes, reciba por valor de un 1% de los medicamentos que la URSS va a importar del extranjero?

Los mineros querían ya, hoy, ver llenas las tiendas, y desconfiaban de las promesas. Han pedido que se restablezca el nivel de abastecimiento de 1980 -uno de los años del llamado "estancamiento"-, y se quejan de que sus salarlos han disminuido. Antes, recuerdan, llegaban hasta 800 rubios. Ahora se quedan en los 300 de media, y, si no cumplen el plan, sus sueldos no superan los 200 rubios. "Y los del piso de arriba ganan más que nosotros", afirmaba Nikolai refiriéndose al aparato administrativo de su mina.

La huelga del Kuzbas no tenía por qué ser una sorpresa. El 26 de enero, el periódico Trud publicó una carta de un grupo de mineros de la localidad de Mezhdurechensk (107.000 habitantes) dirigida al ministro del Carbón de la URSS, Mijail Shchadov. Más de 10.000 familias estaban en la cola de viviendas, y además estaba a punto de empezar a funcionar una nueva fábrica, cuya plantilla de 1.000 recién llegados iban a recibir los pisos que esperaban los residentes de una zona que da al país 30 millones de toneladas de carbón. En marzo y abril hubo huelgas en varias minas, de las que no informó la Prensa, y promesas que no se cumplieron. A principios de Julio, la mina Sheviakov presentó sus demandas. El director no hizo caso y 300 mineros tomaron la iniciativa. No acudieron al trabajo. Al día siguiente, todos los mineros de la ciudad, en columnas de miles, desfilaron por la calle principal de Mezhdurezchensk y se sentaron en el asfalto frente al comité municipal del partido. Ese día formaron el comité de huelga municipal y presentaron 42 demandas, entre ellas dar a la mina reconocimiento de empresa independiente, aumentar los sueldos un 35%, las vacaciones hasta 45 días y mejorar el abastecimiento de la ciudad.

El ministro del Carbón se presentó en Mezhdurezhens acompañado por el primer secretario de Kemerovo, Aleksandr Melnikov, un funcionario derrotado en las elecciones municipales de marzo. Hasta las cinco de la mañana, el ministro contestó a las preguntas de 20.000 mineros. Se quedó afónico, pero no pudo convencer a los huelguistas. La huelga se extendió por toda la región del Kuzbas, donde pararon las fábricas de construcción de maquinaria y química.

Toda la industria de la región estaba dispuesta a sumarse a ella, pero los comités municipales de huelga rechazaron tal apoyo. El 14 de julio, los mineros ocuparon la plaza central de Kemerovo. Se instalaron en tiendas de campaña, al pie de la estatua de Lenin, frente al edificio del comité regional del partido y la sede local del KGB. La cantinera del Comité Ejecutivo Municipal mandaba a sus chicas a la plaza a venderles refrescos y bollos. "Con los 80 rublos que cobro al mes", nos decía esta mujer, que parecía humanizada por la huelga , yo también debería cerrar la cantina".

Sangre de minero

Rápidamente, la tribuna desde donde los padres de la ciudad presiden el desfile del 1 de mayo se llenó de carteles. "Kuzbas no es una colonia"; "cada millón de toneladas de carbón extraído está pagado con la sangre de un minero".

El 14 de julio, los mineros de Mezhdurechensk volvieron al trabajo y el epicentro de la huelga se trasladó a Prokopevsk y las exigencias se hicieron más radicales y más políticas, y desbordaron el marco "dinero, comida y vivienda". Los huelguistas pedían una reforma decidida en la economía y el derecho a vender su producción libremente. Pedían Justicia social, y en uno de los mítines se acusó a los dirigente del partido de vivir en la opulencia. El mitin nombró unos delegados que registraron las casas de los dirigentes e informaron después a la asamblea del resultado de la inspección: no había vídeos japoneses y los frigoríficos contenían los productos que se vendían en la ciudad.

El 16 de julio, en Prokopievsk, se fundó el comité regional de huelga. El comité se niega a desplazarse a Kemerovo y la comisión llegada desde Moscú el 17 y presidida por el miembro del Politburó Nikolai Sliumkov se ve obligada a ir a Prokopievsk para iniciar las negociaciones esa misma noche. Antes, la comisión se encontró con los mineros en huelga en la plaza de Kemerovo. Fue un encuentro significativo. Sliumkov levanté las manos unidas sobre su cabeza, como señal de solidaridad con los huelguistas. Stepan Shakiev, el jefe de los sindicatos les miraba como si estuviera asustado y parecía querer ocultarse tras las espaldas de otro miembro de la delegación.

"¿Cuánto dura una huelga en Occidente?"

El intento de buscar analogías y diferencias entre la huelga de Kuzbas y el verano caliente de Polonia en 1980 es algo inevitable. En ambos lugares, la ola de huelgas ha surgido de forma espontánea, los comités de huelga se han formado sobre la marcha, y sobre la marcha se recogen fondos de apoyo y se redactan las reivindicaciones. En ambos casos, la huelga es una explosión de descontento por unas condiciones de vida insoportables.Sin embargo, los obreros polacos tenían unos conocimientos que están muy lejos de poseer sus colegas soviéticos, y contaban con una pléyade de intelectuales que habían estudiado el movimiento obrero de otros países, incluido el español Comisiones Obreras.

Los mineros de Kuzbas luchan en solitario, privados de los conocimientos más elementales sobre métodos de lucha laboral. Con una curiosidad insaciable, los huelguistas de la plaza de la Victoria de Prokopievsk nos preguntaban, una y otra vez, cómo viven los mineros en Occidente. ¿Cuánto ganan?, ¿cuánto duran las huelgas?, ¿cuál es el salario de huelga?, ¿interrumpen la huelga los obreros occidentales cuando han conseguido una parte de sus demandas o insisten hasta el final?, ¿viven mejor que nosotros?, ¿cuántos metros cuadrados tienen sus casas?, ¿hay carne?

En Polonia, Solidaridad luchaba contra una dirección política burocratizada y corrompida. En la URSS hay una dirección que quiere cambiar el país y hacer una reforma económica, pero que no acaba de decidirse o no sabe cómo hacerla. Los comités de trabajadores que se crean ahora en Kuzbas son el embrión de un proyecto de futuro. Nadie puede decir si se convertirán en unos sindicatos independientes como los polacos. Sin embargo, cuando fue anunciada a los mineros la creación de un comité con local independiente y teléfono, en la plaza de Prokopievsk, pudimos oír la pregunta de un huelguista a otro: "¿Corno en Polonia?". "Exactamente", le respondió su interlocutor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_