Una noche fascinante
Sobre la una de la madrugada, y tras recibir una auténtica ovación de gala, Chick Corea regresaba al escenario del Mendizorroza para ofrecer un bis: una explosiva, vertiginosa y alucinante recreación de su sempiterno Spain. Sólo ese bis ya hubiese colmado las expectativas de la mayoría de los presentes. Con so o esos 12 minutos de bis ya nos hubiéramos ido a casa tranquilos y entusiasmados, pero, casualmente, antes habían sucedido cantidad de cosas y todas sorprendentemente excepcionales.Ya de entrada Tuck and Patti sorprendieron por su charme personal. Una anulación de Iberia les dejó tirados en Madrid y el dúo hizo el recorrido en coche llegando a Vitoria minutos antes del concierto y subieron al escenario como si llevasen una semana descansando en un balneario Tuck and Patti salieron a gustar y gustaron. Su directo es mucho más caluroso y cercano que sus grabaciones. El dúo lleva el ritmo en su interior y lo contagia.
Tuck and Patti y Chick Corea Akoustic Band
Tuck and Patti: Patti Cathcart (voz) y Tuck Anderss (guitarra). Chick CoreaAkoustic Band: Chick Corea (piano), John Patitucci (contrabajo) y Dave Weckl (batería). Polideportivo de Mendizorroza. Vitoria, 19 de julio
Patti sabe lo que es cantar, llegar a lo más profundo de un standar (como hizo con My romance) y matizar cada sentimiento. Y también sabe quedarse con el público, un guiño y todo el inundo a cantar el Time after time de Cyndie Lauper. Una revelación el directo de esta chica, todavía tiene cosas por aprender pero cuando las aprenda hará correr ríos de tinta.
Tuck, por su parte, es un guitarrista exquisito, de Wes Montgomery a Jimmi Hendrix la historia de la guitarra desfiló por sus dedos; rapidez y sensibilidad. La única frase promocional de su nuevo disco pone en boca de Bobby McFerrin la afirmación de que Tuck and Patti son el mejor dúo del planeta; el viejo McFerrin acabará teniendo la razón, seguro.
Chick Corea salió a demostrar que ya no tiene nada que demostrar. Así que se sentó ante su piano y dejó que John Coltrane, Bud Powell, Thelonius Monk y Miles Davis fuesen pasando por su teclado. Versiones profundas en las que se combinaba el sentimiento agradecido del pianista bostoniano con su peculiar sensibilidad para descomponer un tema y recomponerlo de mil formas diferentes, todas sorprendentes y atractivas. ¡Qué diferencia entre su Green dolphin street o su Round midnight y las que la noche anterior había destrozado el presumido de George Bensoal
Para finalizar un set denso e hipnótico en el que la música desbordaba sus propios límites a cada momento, Corea tomó dos temas propios sobre los que sus elucubraciones fueron todavía más sorprendentes y temerarias. A su lado John Patitucci estuvo sencillamente genial, con su sonoridad cada vez más amplia y llena, su increíble técnica y su agilidad y rapidez, y, entre el público, Ray Brown aplaudiendo a rabiar cada uno de sus solos. Y cuando todo estaba ganado la explosión de Spain culminó una noche fascinante.
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