Gurruchaga y la selectividad
Anonadado estoy ante el desgarrón de la toga universitaria del señor Paredes Alonso, profesor titular de Historia Contemporánea de la universidad de Alcalá de Henares y miembro del tribunal en las pruebas de selectividad madrileña de este año.Desde mi condición de docente y mi diaria experiencia con los alumnos y con este tipo de ejercicios lingüísticos que acoge el programa de COU, leo y releo el "indigno" texto y, lejos de encontrar el pecado, cada vez más plausible me parece su elección para el trabajo que se les pedía a nuestros futuros universitarios.
No obstante, al señor Paredes Alonso, y según sus palabras textuales, le parece que este texto "repudia el más elemental sentido universitario" (sic). No entiendo qué concepto tiene el señor Paredes por la expresión "sentido universitario" ni qué exquisiteces lingüísticas han de ser las únicas que trabajen nuestros estudiantes para otorgar el debido sahumerio a ese espíritu universitario tan particular de nuestro profesor de Historia Contemporánea, que con su escándalo parece desvelarnos más que verdaderos claustros universitarios, que siempre han de estar abiertos a todo tipo de investigación, clausuras ursulinas de noche decimonónica.
El texto propuesto estaba exento de todo crimen universitario. Como texto periodístico que era, y con calidades de ensayo crítico, se acogía perfectamente a lo programado en el curso de COU. Por otra parte, aunaba, junto con la riqueza verbal del mismo, el espíritu lúdico, actual y juvenil con el que perfectamente puede identificarse el estudiante. La variedad de matices lingüísticos -semánticos, sintácticos, fonéticos, etcétera- daban al texto tal calidad estética y posibilidad de estudio que bien merece un aplauso por su elección. Nuestra Universidad demuestra con ello que la lengua es algo vivo, diacrónico, y no fijo como cantaba el lema de la Real Academia dieciochesca. Limpiar y dar esplendor, siempre, pero fijar... Esto sería poner redil a un magma volcánico. Y aquí parece radicar el prejuicio del dimitido miembro del jurado. Con la presentación de su dimisión y las razones que éste dio a los alumnos, y a la opinión pública en general, la pijotada, que no quijotada, es digna de ser contemplada con don Ramón en los espejos del callejón del Gato.-
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