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'Amerike' pasa por Viena

Los judíos soviéticos que emigran hacen de Austria su primera parada hacia la libertad

En la estación de trenes Südbahnhof de Viena, cinco policías con armas automáticas se pasean por el andén al que llegará el tren desde Bratislava (Checoslovaquia). Tras el chirrido de los frenos de los vagones bajan lentamente, con desconcierto, una treintena de personas. Son familias de judíos soviéticos, que han dejado para siempre su país y que después de dos días de viaje, llegan al mundo libre.

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Los arrepentidos

Se ven agotados después de la jornada de dos días. Sus ropas de domingo están ajadas. Algunos lactantes lloran impacientes. Los ancianos miran asustados. Todos, como niños repiten fervorosamente la palabra mágica: "América". Es la obstinación por cumplir el sueño que a comienzos de siglo también tuvieron sus abuelos: llegar por el río Hudson, mientras desde el barco divisan la estatua de la Libertad. Pero sólo están en Viena, la puerta de Oriente.Esta escena, siempre rodeada de extremas medidas de seguridad, después de un atentado de la OLP en Schónau a un grupo de judíos soviéticos en 1973, se repite diariamente. Los que han partido desde Odesa llegan por el río Danubio y cada día despegan aviones desde Moscú y Kiev. Como uno de los efectos tangibles de la era de Gorbachov, se espera para este año un total de 60.000 emigrantes judíos desde la Unión Soviética.

En la estación de trenes un funcionario israelí que habla perfecto ruso pregunta sin especial entusiasmo el destino deseado. De los recién llegados, ninguno quiere vivir en Israel y los países con más demanda después de EE UU son Canadá y Australia. Paradójicamente, y a pesar de la historia de muerte de los judíos en el Tercer Reich, muchos desean ir a Alemania Occidental.

El procedimiento del funcionario israelí es un ritual vacío. Sólo un 11 % de los judíos que salen de la Unión Soviética van a Israel y éstos viajan a través de Bucarest, en Rumanía.

Las instituciones judío-norteamericanas privadas Joint, Hias y Rav Tov son las que en definitiva se encargan de acomodar a las miles de personas que esperan visas para seguir viaje a EE UU en calidad de refugiados.

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La ruta e itinerario favorito es URSS-Austria-ltalia-Estados Unidos. En Viena se quedan dos semanas y siguen viaje a Roma, donde además de resultar más barato para las organizaciones auspiciadoras, el Gobierno de Estados Unidos tiene personal e instalaciones para el procesamiento de visados. El tiempo de espera, antes de emprender viaje definitivo, es de seis semanas el mínimo y tres meses el máximo.

10.000 en tránsito

En Roma hay una congestión de 10.000 personas en tránsito, y allí se habla de un 30% de rechazo en el reconocimiento de la situación de refugiados por parte de Estados Unidos, aunque el Departamento de Estado reconoce sólo de un 15% de negativas.

Anna tiene 68 años y es una matriarca activa. Llegó desde Minsk a Viena con la familia, marido, hija, yerno y dos nietos adolescentes. Ella tiene la palabra y el mando. El resto la escucha. La palabra mágica de esta mujer con los brazos deformados por el trabajo en una fábrica de tubos de calefacción, es "Amerike", el sonido de América en yidish. Admite que hablar ese dialecto es lo único de identidad judío. que le queda. El estado ateo "surtió efecto" y Anna ya se "olvidó de Dios y sus rituales". Ella y su familia esperan -con impaciencia- una visa para EE UU, que sospechosamente tarda.

Hacinados

Mientras llega el visado viven en un diminuto piso en el corazón del distrito dos de Viena, antiguo barrio judío, que ahora ha logrado resucitar el carácter tradicional de comienzos de siglo. Familias como la de Anna están repoblando calles hasta hace poco fantasmagóricas. Los seis duermen en una habitación y pasan casi, todo el día encerrados. Sólo habían ruso y tienen miedo de perderse. Las paredes se caen de humedad y un frigorífico gigantesco hace ruidos como si estuviera a punto de estallar. El nieto, Vladimir, de 19 años, tiene un rostro risueño y muestra orgulloso unas lecciones de inglés fotocopiadas de un libro. Esas páginas arrugadas son la obsesión del joven: "Amerike, Amerike. Shops full".

VIadimir tiene fiebre de consumo. Israel para él es "impensable" y dice tener "demasiados recuerdos de mi servicio militar en la URSS. No necesito el de Israel". Su hermana de 15 años, que parece una estudiante de ballet está irritada por el encierro interminable. Mira reprobando y con enojo a sus familiares. Ella no participa en la discusión.

Para Israel se ha convertido en un problema la creciente llegada de inmigrantes. El primer ministro, Yitzhak Shamir, intentó llegar a un acuerdo con Rumanía para que todos los emigrantes soviéticos pasaran sólo por Bucarest y se fueran directamente al aeropuerto de Ben Gurion, entre Tel Aviv y Jerusalén. Disidentes soviéticos y prominentes ex refusniks se manifestaron en ' contra de este proyecto que limitaba el "derecho de elección".

El Gobierno israelí, sin embargo, sigue extendiendo sus visas no sólo a los judíos, sino también a la secta de los pentecostales, de los que han salido en lo que va del año 4.000 con visa israelí. Ellos también esperan en Viena, financiados por la organización católica Cáritas.

Raquel tiene 36 años. Es de Minsk y se la ve amargada. Tiene el pelo corto encanecido, la mirada dura. Habla con despecho permanente y le salen lágrimas "de rabia", dice ella. Es licenciada en Literatura rusa y Lenguaje, pero terminó "en el sótano de una biblioteca para estudiantes secundarios. Mi profesión jamás la pude ejercer". El sueldo era "mínino" y el "motivo económico ha sido fundamental, pero no el único. Yo tenía miedo". La liberalización, la perestroika y la glasnost son para Raquel "términos que no sentí en mi propia piel. Tenía miedo de los vecinos y me sentía discriminada".

Dallas y Dinastía en ruso

Ella, junto a su hija de ocho años y su marido esperan llegar pronto a Los Ángeles. Allí los espera una tía que logró éxito con una tienda de comestibles cerca de la Fairfax Avenue. Allí se escribe en cirílico y se exhiben películas en ruso. Las series Dallas y Dinastía son traducidas al ruso simultáneamente por la radio. Pero el paraíso de los vaqueros y las tarjetas de crédito son una amarga realidad para otros, que no son capaces de asimilar las diferencias entre dos extremos de sociedades.

Harry tenía como afición en la Unión Soviética coleccionar periódicos de todas partes del mundo, e incluía en su tesoro adquirido difícil e ingeniosamente durante 15 años- diarios de África y Latinoamérica. A pesar de que las autoridades le dieron permiso para sacar hasta sus muebles, dice que "sin pena" dejó todas sus pertenencias, incluida su colección, a los vecinos.

En la Unión Soviética tocaba el chelo en un teatro ruso. Tenla por delante una brillante carrera. Como todos los que salen de la URSS, tiene una invitación de Israel con la excusa oficial de "reunificación familiar". Pero Harry irá a Melbourne junto a su esposa, que es pianista.

Harry dice que se cansó de vivir en Syktyvkaz por la "maldición del propiska (registro de domicilio en la URSS)". Sin propiska no haces nada. Yo siempre quise tocar en Moscú y salir de la provincia, pero obtener allí un registro era imposible.

Nadie sabe si se quedarán en Viena, si seguirán a Roma o si podrán, como en sus sueños, construir su Moscú a orillas del Hudson.

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