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Los arrepentidos

Algunos de los judíos soviéticos que dejan la URSS no logran luego adaptarse a la vida en otros países e incluso quieren regresar.El caso más conocido fue el Leja Chaimnowna Schor, que llegó a Israel en 1972 y volvió al poco tiempo a Viena.En esa ciudad tuvo que esperar 14 años hasta obtener el permiso de retorno y recuperar la nacionalidad que había perdido automáticamente al salir. En una conferencia de prensa organizada en la Embajada soviética, Chaimnowna decía que su único deseo era "morir en la tierra que me vio crecer".

Un médico anestesista de 27 años, Sascha, cuenta que sus padres quedaron en Moscú. Se arrepintieron unos días antes de emigrar. Durante años lucharon para obtener un permiso de salida, y "ahora están tan agotados que no se sienten capaces de enfrentarse con algo nuevo". Ambos son ingenieros y perdieron sus trabajos hace un tiempo por "el solo hecho de haber querido salir".

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Nada de fotos

Sacha no quiere fotografías. Tiene miedo a pesar de Gorbachov. Miedo sobre todo por la familia que queda en la URSS. Sacha se encuentra en uno de los varios clubes de Viena para los soviéticos en tránsito. Son casas superfortificadas, con cámaras y personal de seguridad. Estos lugares son cambiados cada cierto tiempo para evitar nuevos atentados terroristas, de los que hay amarga experiencia en Austria.

Allí entran y salen durante el día cientos de recién llegados. No sólo soviéticos, sino también judíos iraníes que han logrado dejar Irán en el último año y también siguen viaje a Norteamérica. Letreros en cirílico y parsi (persa) explican las facilidades otorgadas por Joint. Reciben, para alimentos y transportes, 800 pesetas diarias por persona.

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