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Ratones en la bodega

El viaje Algeciras-Ceuta en los buques incluidos en el pool Trasmediterránea-Isnasa es placentero y corto. La brisa alivia la canícula y permite disfrutar del sol sin derretirse. Sin embargo, algunas familias de norteafricanos prefieren permanecer en sus coches y con sus hijos en el ambiente irrespirable de la bodega garaje, lleno de los gases de una media de 100 vehículos cuando entran y salen del transbordador, y que permanecen allí pese a los extractores.Los oficiales se declaran incapaces de evitarlo y optan por enviar uno o dos marineros a vigilar. Las puertas se abren para que pase el aire del mar por los ojos de buey, y los niños corretean como ratones en la semioscuridad, entre los coches y las enormes furgonetas, en medio de un trasiego de puertas, equipajes y bocadillos.

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Algeciras, un mal paso

Lezar, obrero de una fábrica de componentes metálicos de Grenoble (Francia) desde 1963, aguarda dentro de una furgoneta Volkswagen con sus cinco diminutos hijos. "Nos quedamos aquí para que a los niños no les pase nada si están por el barco", dice con amabilidad, mientras fuma tranquilamente, sin hacer caso del enorme cartel que lo prohíbe. Según un capitán de la compañía Trasmediterránea, en los viajes nocturnos suelen dejar a los niños dormidos dentro de los coches, lo que aumenta el riesgo de que les afecte la falta de oxígeno.

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