Doble moral
Las recientes ejecuciones registradas en China han provocado una dura reacción de la comunidad internacional. Las han condenado aquellos opuestos siempre a tal castigo, pero también los que la apoyan o toleran en otros casos, en un ejercicio de doble moral de cuyo análisis se pueden extraer interesantes consecuencias, especialmente cuando la ONU debe estudiar un protocolo al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por el que se aboliría la pena capital para tiempos de paz.Entre ellas destacan las derivadas de la posición del Gobierno de Estados Unidos, un país que se ha singularizado en la última década por el uso frecuente y arbitrario de la máxima pena.
La sección española de Amnistía Internacional se encuentra entre los primeramente citados. Equipara toda pena de muerte a un homicidio premeditado, y, evidentemente, ha condenado las ejecuciones y el resto de violaciones masivas iniciadas con la matanza de Tiananmen, el pasado 3 de junio. Es cierto que las características de las recientes ejecuciones en China, enmarcadas en la represión de un masivo movimiento por la democratización, justifican una reacción especial. Asimismo, el uso frecuente del ajusticiamiento en tal país se rodea de un contexto especialmente macabro. Aunque no existen cifras oficiales, miles de personas (algunas fuentes hablan de más de 30.000) han sido ejecutadas en China desde 1983, en medio de juicios grotescos, exhibiciones públicas de los condenados y torturas. Algunos han sido condenados por delitos tales como "robo de bicicletas".
Las informaciones transmitidas desde Pekín indican que el Gobierno chino ha intentado deslindar a los ejecutados de los estudiantes que se manifestaron en Tiananmen, indicando que eran delincuentes que habían atentado y traicionado contra el bien y el orden moral nacional, por lo que se merecían un castigo severo con un sentido disuasivo. Es curioso ver la concomitancia de esta argumentación con la expresada por las autoridades norteamericanas para justificar el uso de la pena de muerte, vigente en dos terceras partes de los Estados, federados, con evidentes signos de aplicación arbitraria e incluso racista. Las mismas que han condenado, con encomiable firmeza, las ejecuciones chinas, o las de las autoridades de otros países proclives a la misma doble moral.- coordinador de información de la sección española de Amnistía Internacional.
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