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Las tribulaciones del defensor indefenso

El Justicia de Aragón no tiene sede propia, le han quitado coche y teléfono y no publican su memoria

Emilio Gastón, abogado y poeta, lleva año y medio como Justicia de Aragón, institución similar al Defensor del Pueblo. Es popular y conocido, viaja a los pueblos de la región y recibe miles de quejas de los aragoneses. Sin embargo, la institución atraviesa una situación precaria y llena de vicisitudes desde el primer día de su constitución. Se da la paradoja del defensor indefenso: aún no ha sido nombrado el lugarteniente, no tiene sede propia, le han quitado el coche y el teléfono oficiales, le han recortado los presupuestos, en algunos actos se ha visto relegado en el orden protocolario hasta un cuarto lugar y no le han publicado la memoria anual que remitió a las Cortes regionales, en la que se recogen sus actuaciones.

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Estas deficiencias, surgidas en algunos casos por motivos políticos o de celos entre las instituciones, trata de superarlas con "voluntad, paciencia y trabajo". Estos días Gastón ha iniciado conversaciones con los portavoces de los grupos parlamentarios para conseguir un consenso que consolide y revitalice el justiciazgo, institución de honda raigambre en Aragón.Cuantas veces el Justicia ha propuesto al abogado Miguel Ángel Aragüés como su lugarteniente, figura recogida en la ley reguladora y que sustituye al titular en su ausencia, ha sido rechazada por algunos grupos, directamente por el PSOE y el Partido Popular (PP). Los socialistas se mostraron reticentes desde el principio a que Gastón fuera el candidato. Sólo el Centro Democrático y Social e Izquierda Unida apoyaron la independencia del Justicia a la hora de designar al lugarteniente. Gastón optó por nombrar a Aragüés como jefe técnico de su gabinete.

El Justicia ocupa un piso, parte del que antes fue sede de las Cortes de Aragón, cedido por una caja de ahorros. Casi todo, los muebles, cuadros y otros objetos son prestados.

La corte de los milagros

Gastón y su equipo han hecho gestiones para conseguir una sede propia, pero cuando proponían algún edificio era ocupado por otras instituciones o no le ofrecían apoyo para su rehabilitación. La actual sede no reúne condiciones para recibir las visitas, una especie de corte de los milagros por la que desfilan todo tipo de quejas y marginados.El presupuesto del Justicia lo aprueban las Cortes regionales, de las que depende. El último elaborado por el equipo de Gastón fijaba unas necesidades de algo más de 80 millones para estar a la altura de instituciones similares de otras comunidades autónomas, y le fue rebajado por los grupos parlamentarios hasta 60 millones. Con ese presupuesto no puede acometer la informatización del servicio ni la ampliación del personal, colaboradores, asesores y administrativos, algunos de los cuales son de las Cortes.

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Hubo un tiempo en que el Justicia no tenía liquidez ni para sellos. Gastón tuvo que viajar en coche de línea. Una de las actividades más frecuentes es visitar los pueblos para conocer en el propio lugar las quejas de los ciudadanos.

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