"Morituri"
Para los que llaman modestos, torear en Las Ventas es casi un suicidio. Con lo que les sueltan por los chiqueros, van allí "a morir por Dios", como solían decir los castizos de la posguerra. Su saludo al presidente, en el paseíllo, debería ser "Ave Caesar, morituri te salutam", como solían decir otros castizos más antiguos. No lo dicen pues el presidente no es el Caesar, qué va a ser; funcionario y gracias. Y además, indocto en tauromaquia. Al indocto funcionario le dicen aquello de "Ave Caesar, morituri te salutam", y a lo mejor va y multa a los morituri, por desacato.Salen leones y seguramente no tendrían más peligro que los alcurrucenes aquellos, tremendos de trapío, ladinos de intención, cojitrancos y fofiburros. O no tan cojitrancos ni fofiburros. Hay toros que se caen por inválidos, pero también hay toros que se tiran por moruchos, y este pudo ser el caso de algunos alcurrucenes, que se caían (o se tiraban) encima de los engaños después de arrebatárselos a los engañadores, y sólo les faltaba hacerles aguas.
Alcurrucén / Viña, Fundi, Bote
Toros de Alcurrucén, con trapío, broncos. Rafael de la Viña: pinchazo y estocada desprendida (protestas y algunos aplausos cuando saluda por su cuenta); estocada corta ladeada (aplausos y también pitos cuando saluda). El Fundi: media trasera tendida (silencio); pinchazo y estocada (palmas). José Luis Bote: dos pinchazos y media (silencio); tres pinchazos y bajonazo (vuelta protestada).Plaza de Las Ventas, 18 de junio.
Engañar a los alcurrucenes era una quimera y la única posibilidad de los frustrados engañadores consistía en jugarse la vida, que lo agradeciera el público, que llegara al final la merced de una vueltecita al ruedo. Por eso, quizá, daría Bote una vuelta al ruedo que nadie había pedido. Fue un error táctico -le abroncaron-, inexplicable en quien es del foro y va a Las Ventas desde chavalín. Tenía de su parte a la afición madrileña Bote, porque en todo momento intentó un toreo puro, a pesar de que su primer Alcurrucén, un atigrado castaño listón chorreao meano y mole, amagaba derrotes a la tripa, y de que el otro, más noble, se quedaba a mitad del viaje. A este último le toreó Bote de primor, en lo que cabía: adelantando la muleta, embarcando con torería de lujo su exiguo recorrido. Luego mató fatal y por eso no merecía la vuelta al ruedo, que dió prácticamente por la cara, según denunciaba a voces desde el tendido otro del foro. Lo denunciaba palmeándose las mejillas, con tanta contundencia que de poco se priva.
Al aplomado primero le porfió De la Viña entre los pitones. Al cuarto lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas, y también le porfió entre los pitones, valentísimo, con la nada desdeñable diferencia de que este era un pregonao y le atrapó dos veces volteándole dramáticamente.
También el pundonor torero de El Fundi se estrellaba en las inciertas medias arrancadas de sus toros. Y aún se complicó la vida banderilleándolos. Al segundo le dio más pasadas en falso que en verdadero; al quinto le prendió un escalofriante par por los adentros, del que salió indemne porque brincó al callejón justo cuando la fiera le tiraba el zarpazo. El alarde casi pareció un suicidio, y eso era lo único que cabía ayer, con los alcurrucenes, en el circo romano de Las Ventas.
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