Videonegocio
El consumo de cine a través del soporte vídeo es en España enorme, hasta el punto de que nuestro país se sitúa en el cuarto lugar del mundo y en el segundo de Europa, tras Estados Unidos, Japón y el Reino Unido.En una reciente conferencia de prensa, Jorge Molist, representante en España de la empresa multinacional CIC-Vídeo, afirmó que durante el año 1988 se alquilaron en España videocasetes por valor de 20.000 millones de pesetas y se vendieron por valor de 4.000 millones.
La previsión de cifras globales para 1989 aumenta en 1.000 millones más en lo relativo a alquileres, y se duplica en las compras, que así alcanzarán, presumiblemente, los 8.000 millones.
Son estas las cifras legales y comprobadas. Pero las cifras ¡le gales son otras, y presumible mente de mucha mayor enverga dura. En efecto, afirma Molist que en su sector se manejan cálculos que indican que por cada videocasete que se alquila o se vende legalmente en España se producen y comercilizan dos piratas, ¡legales.
En otros términos: hoy se contempla en nuestro país mucho más cine que en cualquier época pasada, pero, no obstante, mucho menor que en cualquier época futura. Y, sin embargo, este enorme volumen de consumo, que además tiene una irrefrenable tendencia creciente, no beneficia más que en proporciones mínimas a la fuente de producción de cine español, que de esta manera se ve sometida, en un alarmante estado de impunidad, al secuestro masivo de sus productos.
La gran paradoja sigue, por tanto, intacta y en alza. Hoy, cuando el negocio audiovisual ofrece, por su inmenso consumo, fronteras casi ¡limitadas, la situación financiera de nuestro cine es más débil que nunca. El problema es universal, pero hay indicios de que entre nosotros es lacerante, disparatado.
Babelia
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