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Octavi Martí y Antoni Padrós ultiman el rodaje de 'Una dona al meu jardí'

Octavi Martí y Antoni Padrós, directores y guionistas al alimón, se encuentran en la última semana de rodaje de su primer largometraje, Una dona al meu jardí, que definen como luna versión muy libre de Pigmalión, a medio camino entre el melodrama, la comedia, la tragedia y el género negro". Protagonistas del filme, cuyo rodaje empezó el pasado 17 de abril, son Sergi Mateu, Karin de Villeneuve, Rosa Morata y Marisa Josa, aunque intervienen otros numerosos personajes, incorporados por Pau Riba, Dolors Doucostella, Ulises Dumont, Rosa Novell, Carmen de Lirio y José Sazatornil.

Karin de Villeneuve, imponente holandesa rubia por encima del metro ochenta, está sentada en una mesa de un moderno restaurante de Badalona, sumergido en el caos absoluto propio de todo rodaje. Lleva un vestido de satén rojo de sugerente escote, un sombrerito años cuarenta a juego, maquillaje abundante en la cara. Junto a ella, atónito, con cara de no haber roto nunca un plato, un tanto raidito en su vestimenta, Sergi Mateu. Se rueda.Ella: "Aunque vivo sola... [parpadeo pícaro, movimiento de cabeza, mirada al infinito] soy inocente". Al cabo de varias repeticiones se da por buena la toma y se pasa a otra en la que quien habla es él: "...Si es que usted es real [ellla le toma la mano y la acompaña para secarse una lágrima de colirio]. Sé que estoy ante la parte positiva de mi destino", prosigue él, "y la querría ayudar, pero no sé por dónde empezar".

Los directores aclararán aunque no mucho- el sentido de lo visto en el transcurso de una conferencia de prensa que se celebra poco más tarde. Son las imágenes iniciales de Una dona al meu jardí, "el origen del caos", puntualiza Antoni Padrós, director de varios filmes underground. Resumiendo varias intervenciones y ordenándolas por escrito: él (Sergi Mateu), hombre de vida ordenada y relación estable con su compañera de toda la vida (Rosa Morata) conoce a ella (Karin de Villeneuve) de forma más o menos casual, pero el encuentro va a tener consecuencias importantes: por un lado va a desencadenar una compleja historia policiaca; por el otro, va a inculcar en Sergi Mateu el deseo obsesivo de que su compañera estable cambie de personalidad para asemejarse a la inquietante rubia ("se saldrá con la suya", apunta Morata, "el planteamiento es un tanto machista").

No faltará la amiga confidente (Marisa Josa) de la mujer de Mateu, señora de frecuentes divorcios y de camaleónica capacidad para adaptarse a ellos, ni tampoco un policía (Pau Riba) que es además gigoló de una mujer inmortal (Dolors Doucostella), cuya característica principal es haber asistido a todos los grandes momentos de la historia de la humanidad (sin ir más lejos, el encuentro en Yalta entre Roosevelt, Stalin y Churchill), unos trillizos judíos aunque nazis, o nazis aunque judíos (Ulises Dumont en versión tripartita) y una subasta de arte en la que todos acaban cantando ópera.

Octavi Martí, crítico de cine de este diario que acepta, casi con resignación, el hecho de que "todos los que escribimos sobre cine en un momento u otro sentimos la necesidad de hacerlo", dice de la película: "Están presentes muchos géneros. Hay por ejemplo un homenaje a la comedia de los años 50, cierto Hitchcock, melodrama, tragedia...". "Los personajes sin embargo se mantienen estables en las varias situaciones que se suceden", apostilla Sergi Mateu. "El hilo conductor es la comedia, que mantiene el punto de vista irónico y distante por más que cambie el género", añade por su parte Padrós. "Es muy difícil de explicar", coinciden los tres.

La versión original combina catalán (55%), castellano (25%), inglés e italiano. El presupuesto ronda los 120 millones de pesetas, subvencionados en parte (30 millones) por el Ministerio de Cultura. Los derechos de antena han sido vendidos a TV-3 (otros 30 millones) y el resto ha sido financiado privadamente. Queda ahora la fase de montaje, que supondrá como mínimo el tiempo de rodaje multiplicado por tres. "No hay prisa para estrenar la película", señalan los directores. Hay, en cambio, un deseo compartido unánimemente por todo el equipo: "Que guste a la gente que tiene que gustar. Y si es así gustará también a otra gente".

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