Crónica moral de nuestro tiempo
Aranguren no es un nombre al que se le pueda asociar con premios y condecoraciones y sin embargo es uno de los raros hombres de la España contemporánea reconocidos como maestro indiscutible. Un maestro incómodo que detesta la idea de escuela y que no da reposo al discípulo. Quizá fuera el yermo cultural de aquella España nacional católica la que obligaba a quemar etapas. Un año abría la puerta de la fenomenología Husserl, otro entraba a fondo con el marxismo y de ahí a la filosofía analítica. Había que pensar entre tanto por donde era más vulnerable aquel sistema cultural ("más bien habría que decir incultural", recordará luego) y la brecha se produjo por el sitio más sensible, por la religión. Así nació Catolicismo y protestantismo como formas de existencia. Un libro que hizo época.Pese a toda la flexibilidad de un maestro responsable, Aranguren es también el hombre de un libro, es decir, toda su obra está marcada por la centralidad de la ética. Desde esa preocupación reelabora las ensañanzas de sus maetros, llamense Aristóteles, Santo Tomás, Zubiri y sobre todo Ortega cuyas ideas sobre la vida y el hombre Aranguren repiensa en clave ética. En un reciente libro sobre Aranguren: la religión y la política, su autor, Bonete Perales, resume la obra aranguriana como un vaivén que inicialmente va "de la moral vivida a la moral pensada" (que parte de una vivencia religiosa de la moral hasta llegar a una reflexión filosófica de la misma) pero que hoy en día vuelve "de la moral pensada a la moral vivida", al poner el acento en las implicaciones políticas. La sensibilidad pública o política de su filosofía explica que Aranguren además de un filósofo de raza sea exponente ejemplar del "moralista": el Intelectual que "asiste con su propla vida a la existencia no sólo suya sino a la existencia de su pueblo". Con razón dice Muguerza que la filosofía aranguriana es "la crónica moral de nuestro tiempo".
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