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Tribuna:FERIA DE SAN ISIDRO
Tribuna
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Aficionados madrileños de los años cincuenta

La afición a los toros en el Madrid de los cincuenta se concentraba, fundamentalmente, en el triángulo que conforman las calles de Espoz y Mina, carrera de San Jerónimo y de la Cruz. El corazón de ese triángulo eran la calle de la Victoria y el pasaje Mateu. La calle de la Victoria, la mañana de las corridas, era un hervidero de aficionados, de pícaros, de reventas, de maletillas, de recogecolillas.A última hora de la mañana se veía el pausado caminar de Livinio Stuyck, siempre tocado con sombrero, que acudía a comprobar la marcha de la taquilla. La otra taquilla, la de la plaza de Carabanchel, también estaba en la calle de la Victoria. En la puerta siempre había un voceador animándote a ir a Vista Alegre: "De sol y de sombra, para los toros de esta tarde, hay billetes". La sintaxis del pregón siempre ha sido peculiar.

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A última hora de la mañana llegaban los que habían estado en el apartado, y se formaban corros para escuchar la descripción del trapío de los toros y el resultado del sorteo. "La corrida es una 'tía'", y "a Fulano le ha tocado un 'pavo' ",mientras levantaba, arqueados, los brazos simulando la cornamenta.

Había en Madrid numerosas peñas, pero las dos más relevantes eran la de Los de José y Juan y el Club Taurino Madrileño. En aquélla se rendía culto a Joselito y Belmonte, y prácticamente todos los socios habían visto a aquellos dos genios.

El presidente era Casas, y por aquel entonces eran socios muy activos Luis Fernández Salcedo, Adolfo Bollaín, E.dinundo G. Acebal, el conde de Colombí... Debía de ser una peña rica, por la cantidad de actos que organizaban. Entonces el mecenazgo de las empresas no se conocía. El Club Taurino Madrileño, más antiguo que Los de José y Juan, tenía menos posibles, pero sus socios eran competentes y muy apasionados aficionados.

El más antiguo era Antequera, con el cabello blanquísimo, a la sazón setentón, que había visto a Guerrita, y que fije incondicional del torero de Embajadores, Vicente Pastor. Naturalmente, los toros de la edad de oro del toreo le parecieron chicos.

Los de la nuestra, creo que no le parecían ni toros. Ya apenas iba a las corridas, salvo algún día que lo llevábamos casi a rastras.

Torear con la gabardina

Paco Padilla era un ferviente devoto de Manolo Vázquez y, pese a tener ya las sienes plateadas, solía torear con la gabardina en la Puerta del Sol antes de que se dispersara la tertulia por la boca del metro. Juanito Soler era el más exigente con el trapío de los toros, y expresaba su protesta con ardor desde la andanada del 5: "¡Eso es una lagartijaaa!". Incondicional de Antonio Bienvenida, siempre encontraba justificación para las inhibiciones del torero de General Mola.

Teodoro tenía dos debilidades: el Atlético de Aviación, y don Antonio. Pero así como a Juanito se le hinchaba la vena si algún indocumentado osaba meterse con el maestro, a Teodoro le daba llorona, y cada vez que salía de ver alguna de aquellas inolvidables tardes en que Antonio se encerraba con seis toros, había que consolarlo. Todos admiraban la hondura rondefla de Antonio Ordóñez. Con Vicente Zabala inició la amistad en la cola de la taquilla de la calle de la Victoria, todavía con pantalón corto. Éramos los "niños" de aquel club, y solicitábamos que, por enésima vez, nos explicaran, por qJemplo, cómo toreaba de capote Curro Puya, o cuál era el secreto de Fortuna entrando a matar.

No eran aquellos tiempos mejores en cuanto al trapío de los toros. Probablemente eran más chicos que los de ahora. Desde luego sí que tenían más casta, y era raro que se cayeran. Aquellos aficionados estimaban el toro andaluz sobre el de Salamanca. La razón es que las llamadas ganaderías comerciales de entonces, las más demandadas por las figuras, eran del campo charro: Barcial, Galache, Antonio Pérez. No había todavía hierros comerciales en el campo andaluz. El afeitado también campaba por sus respetos, hasta que micio su campaña en contra Antonio Bienvenida. Eran muy severos con la crítica venal, y los que les ofrecían más credibilidad eran Corrochano, Selipe y Curro Meloja, pese a sus modos tan distintos de concebir la crítica taurina.

Juan Manuel Albendea (Gonzalo Argote) es director territorial de Andalucía del Banco Bilbao Vizcaya y crítico taurino.

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